El abad Vincenzo Rosa, autor de los primeros manuales en italiano.


Portada del Metodo del abad Rosa de 1817.
Vincenzo Rosa nació en Palazzolo sull'Oglio el 24 de agosto del año 1750. Era el segundo hijo de Francesco Alberto Rosa y de Angela Maria Costa, lo que suponía estar abocado a la carrera sacerdotal. Comenzó con un maestro privado, continuó su enseñanza en la escuela pública della Carità. Entre 1750 y 1760 fue anotando los fenómenos astronómicos que avistaba: cometas o auroras boreales... También ejercía de historiógrafo local anotando sucesos de Palazzolo. Siguió los cursos de gramática, humanidades, retórica y filosofía que impartía el canónigo de la parroquia. Con diecinueve años Rosa se trasladó a Brescia donde estudió Derecho y Teología. En 1785 comenzó a escribir Memoria mia, sus memorias que a su muerte ocuparían diecisiete volúmenes. En Brescia enseñó durante un año geografía y retórica en el Collegio dei Padri Somaschi. Un decreto del gobierno de Milán de fecha 25 de noviembre de 1787 lo nombra conservador de la sección "del Reino animal" del Museo de Historia Natural de la Universidad de Pavía, que había sido fundado en 1771, y le encarga además la confección de un catálogo con los objetos del museo. Ese mismo año publicó Geografia per i fanciulli studenti. En 1789 el abad Vincenzo Rosa escribió Metodo de preparare e conservare gli Uccelli per i Gabinetti di Storia Naturale. Tres años más tarde, en 1792, emprende una expedición de ocho meses a Cerdeña y al norte de África con el objeto de proveer al museo de nuevos especímenes y ampliar las colecciones, sobretodo de mamíferos y aves, que ordenó de acuerdo con el método Linneano.

En 1794 publicó un ensayo titulado Sul Diluvio Universale. Riflessioni, donde defendía que el bíblico diluvio universal se debió a una variación del eje de la Tierra; y en 1796 Lettere zoologiche, ossia osservazioni sopra diversi animali. Influenciado por las nuevas ideas surgidas tras la Revolución Francesa, en 1798 escribió Sul celibato e sul matrimonio degli ecclesiastici. Dissertazioni due. Poco después colgó los hábitos. En el año 1801, ya con cincuenta años, se casó con Marianna Rosa Chiusi di Salò, una joven de veintidós. Al año siguiente nació su único hijo, Vincenzo Mariano. Ambos, su esposa y su hijo, murieron en un espacio de poco más de un año entre abril de 1814 y julio de 1815. Se cuenta que Rosa vió la mano de Dios -él, que había cuestionado el celibato y el diluvio universal- en sus desventuras familiares. El último día del año 1815 dio por acabadas sus memorias personales. En 1817 publicó Metodo de preparare e conservare gli Animali per un Gabinetti di Storia Naturale. Durante un año suplió a un profesor en la cátedra de Historia Natural de la Universidad. Construyó relojes de sol y, al menos, veinticuatro globos terráqueos, de los que en la actualidad existe constancia sólo de dos cuyos mapas están manuscritos (1). Escribió algunos artículos científicos. En su Memorie storiche afirma haber preparado 96 mamíferos, 366 aves, 17 anfibios, 32 peces, 41 insectos y 22 serpientes. Vincenzo Rosa murió el 2 de junio de 1818 en Pavía. A su muerte legó 70 tomos de manuscritos, entre los que se encuentra Regno Animale del Museo di Storia Naturale dell'Imp. R. Università di Pavia, redactado en abril de 1818. Sus manuscritos se encuentran en la Biblioteca del Seminario Vescovile di Mantua. La pequeña plaza donde se ubicaba la casa familiar en Palazollo sull'Oglio lleva su nombre.
 

Globo terráqueo de Rosa en la Biblioteca de la Universidad de Pavía (foto Univ. de Pavía).

 
Efectivamente, en 1789 publicó Metodo de preparare e conservare gli Uccelli per i Gabinetti di Storia Naturale, un librito de unas cuarenta páginas en octavo, que el mismo año apareció reproducido en las páginas de la Biblioteca Fisica d'Europa que editaba el monje Luigi Valentino Brugnatelli. Rosa afirmaba que el método de disecado que exponía era el suyo, que no se trataba de una copia y que, aún no siendo excelente, estaba al alcance de ser practicado con éxito por cualquier persona. En este primer manual, Rosa contaba que como producto preservativo prefería usar la mezcla de alumbre, sal común y cardenillo (acetato de cobre) en vez del peligroso arsénico pulverizado, "massimamente per chi prepara gli uccelli per puro divertimento". En su segundo tratado, casi treinta años después, el método de desollado y montaje no variaría, pero sólo propondría el arsénico pulverizado como conservante.

En 1817 apareció Metodo de preparare e conservare gli Animali per un Gabinetti di Storia Naturale. Ambos son los primeros manuales de taxidermia escritos en lengua italiana. Metodo per preparare e conservare gli Animali es un libro de 76 páginas, sin ilustraciones, de un tamaño a caballo entre 4º mayor y 8º menor, y en el que Rosa no cita a ningún autor anterior. Veamos su contenido.

Cubierta del manual de 1817.
Vincenzo Rosa, tras justificar su obra y relacionar los útiles necesarios, empieza afirmando que se pueden conservar especies de tres formas diferentes: rellenándolos "coll'impagliamento", "la più estesa e difficile", "la più vistosa"; secándolos "per gl'insetti"; o sumergiéndolos en alcohol, para conservar "gli animali minori". 

Rosa recomienda tomar las medidas de los mamíferos, que desuella de la manera habitual: un corte longitudinal hasta el ano, cortes laterales por el interior de la patas hasta las palmas; extracción de los huesos de las extremidades dejando solamente los huesecillos de los dedos; descarnado de las cavidades del cráneo y extracción de los sesos agrandando el agujero del occipital. Una vez extraída la piel, esta se lava y se curte en un baño de agua con aceto, algo de arsénico pulverizado y "cierta cantidad" de alumbre. Rosa construye un perfil de madera al que se fijan los alambres de la cabeza, la cola y las extremidades, y luego modela la escultura regruesándola con la ayuda de paja o heno bien ligado, y poniendo atención a la hora de formar la musculatura, el talón con su tendón, etc. Curtida y escurrida la piel, se espolvorea esta con arsénico y alumbre y se sobrepone a la escultura para probarla y se acaba de darle forma, ajustándola donde convenga con la ayuda de heno o estopa. Se cose en zigzag o "a piè di mosca" de dentro hacia fuera. Primero se cosen las patas, ascendiendo hacia el cuerpo. Luego el cuello en dirección al pecho, rellenando donde sea necesario. Detalla cómo secar las orejas; el relleno de estopa en la nariz para que no se desfigure tras el secado; el relleno de los labios y su cosido. Coloca los ojos tras rellenar las órbitas con algodón o estopa. Advierte de la dificultad en el montaje de animales de pelo corto y musculatura u osamenta pronunciada "ma colla destrezza e con una mediocre pazienza ed attenzione si arriva a tutto". 

El autor comenta cómo proceder con las pieles que llegan secas o sin cráneo. Los pequeños mamíferos se desuellan, según Rosa, practicando una sola incisión -de la forma usual- . En el interior de la piel de la cola, una vez extraída esta, se inyecta arsénico en forma líquida. La piel se curte con el baño anterior durante un tiempo, o simplemente húmeda, tras haberla sumergido únicamente en este baño y haberla espolvoreado con arsénico; y se monta. Se alambra el animal, se rellena –sin cuerpo artificial- de estopa o algodón y se cose. Estos pequeños animales se pueden rellenar con otros materiales como paja, heno, algas marinas, musgo, serrín, cáscaras de cereales, hojas secas o similares. 
 
De las aves, Vincenzo Rosa escribe que se pueden desollar, pero que las pequeñas pueden mantener gran parte de su osamenta. Entre los instrumentos y materiales necesarios (herramientas, alambres, ojos…), cita al arsénico pulverizado como el conservante que se empleará, y los materiales de relleno, los mismos que para los pequeños mamíferos. El desollado de las aves es completo y de sencilla ejecución al hacerlo con el ave suspendida. Llega hasta el principio del pico, el cráneo y espolvorea con arsénico en polvo "con cuidado de no aspirar con el aire de la respiración el nocivo polvo invisible del arsénico". A las aves medianas y pequeñas les une los húmeros con hilo. Advierte de la necesidad de desollar por la nuca algunas aves. Rosa suspende las aves para desollarlas. Empieza rellenando el cuello con serrín seco "u otra materia similar". Fabrica el cuerpo artificial –sin cuello ni alambre- con estopa o algodón. Alambra las patas tras extraer los tendones. Forma los muslos con estopa, fija los alambres al cuerpo y cose el ave. Uno de los dos alambres es suficientemente largo para atravesar el cuerpo, el cuello y el cráneo, y ejercer la función de alambre principal. El ave se fija a una base manejable para proceder al montaje. Se coloca el cuello y la cabeza en su sitio, se sitúan y se fijan las alas con la ayuda de alfileres largos u horquillas. Se anuda el pico para que permanezca cerrado y se fijan los dedos mediante alfileres. Llegado a este punto, extrae los ojos con cuidado, limpia las órbitas, aplica arsénico e inserta los ojos de igual forma que con los mamíferos.

Para las aves de mayor tamaño recomienda el uso de los clásicos cinco alambres más el alambre sujetacola. Explica, además, cómo reforzar el cuerpo o cómo extraer los ojos a través del paladar -estimado lector, no lo pruebe!-. Añade un método aplicable solamente a los pájaros pequeños consistente en "dejar dentro gran parte del cuerpo y la osamenta entera": primero descarnado y eviscerado, y luego alambrado y relleno. Rosa comenta cómo preparar las pieles en países lejanos o aquellas que se montarán bastante tiempo más tarde. Subraya la importancia de observar y conocer las aves para dar la posición y actitudes convenientes. Comenta las ventajas del arsénico sobre otros conservantes como el alumbre o el tabaco, y explica que algunos preparadores mezclan jabón y arsénico y aplican ese preservativo a pincel, procedimiento que evita el polvo nocivo. 

Rosa propone desollar las ranas y serpientes por la boca. "Desollar la cola es dificultoso, más en las lagartijas". También se pueden desollar por el vientre, como los mamíferos, y rellenarlas de yeso u otros materiales secos. Los peces se pueden preparar como los anfibios o como bajorrelieve o de perfil, para lo que se deberán dividir longituinalmente, manteniendo las aletas características en la mitad a montar. Describe el desollado ordinario de los peces mediante la incisión ventral, descarnado, espolvoreado con arsénico y relleno de musgo, estopa, algodón... Subraya la premisa de no "inflar demasiado" los peces. El autor comenta que, aunque los ojos pueden ser de vidrio, es mejor rellenar con "un material sólido y casi plano, que luego se pinta y se dora como el ojo natural". Una vez seco, al pez se le aplica una capa de agua mezclada con cola y arsénico, y se barniza. Si se ha de pintar, se hará despues de barnizar -observación que aún hoy es válida-. 
 



    "100. Lo que aquí he expuesto, es precisamente el método que yo practico para preparar y conservar las aves. Quizá alguna parte de esta Memoria no sea muy extensa; quizá en  alguna otra no me habré sabido explicar suficientemente bien; quizá habré alumbrado a quien lo necesitaba; y quizá seré compadecido por aquellos que preparan las aves mejor que yo. A todo ello responderé con la cita de Horacio:
     ... Si quid novisti rectius istis, Candidus imperti; si non, his utere meum."(3)

Los insectos pequeños y las mariposas se secan clavándolos con alfileres y fijando las alas a una madera blanda con canalillo para el cuerpo. Los insectos con partes carnosas, al igual que los crustáceos, se dividen, se descarnan o se vacía su interior, se sumergen en un baño de agua arsenicada, o con cardenillo (4), o en alcohol, para después montarlos y secarlos. 

Rosa desaconseja el uso de la sal como conservante pues atrae la humedad y corroe "los alambres y las partes animales contiguas" [en su manual anterior, el de 1789, Rosa prefería utilizar la mezcla de sal y alumbre al arsénico pulverizado, más peligroso, "massimamente per chi prepara uccelli per puro divertimento"]. Recomienda cerrar los animales preparados en "recipientes adaptados", a resguardo de los "animales destructores", y tener "la diligencia y la asiduidad" de revisar a menudo las preparaciones. En esas visitas "se sacudirá el pelo y la pluma (…) así el estrago se descubrirá desde el principio; y los insectos destructores, (…) y en cualquier estación, incesantemente molestados, sea en estado de larva u oruga, o en el de animales alados, o como huevos, no serán más que finalmente destruídos". También instruye sobre cómo construir las vitrinas o "recipientes". Los más delicados son las aves, comenta el autor. En caso de observar "insectos devoradores" estas se introducirán en un horno a una temperatura de 50 grados del termómetro de Réaumur y durante media hora. Los huevos de insectos se habrán cocido y las larvas se habrán endurecido. El autor está en desacuerdo con los "medios químicos para la conservación" como las fumigaciones de petróleo, alcanfor o de esencias vegetales. Los únicos preparados químicos que defiende Vincenzo Rosa son la mezcla de alcohol con arsénico o la de corrosivo sublimado (8 granos) y alcohol (1 onza), pudiendo sustituirse el arsénico por cardenillo. "De la misma manera que los cuerpos conductores transportan la electricidad, el alcohol transporta el arsénico", escribe el autor. El alcohol se evaporará y el arsénico permanecerá. Finalmente detalla la conservación de animales en alcohol. Afirma que el alcohol altera los colores y, según sus observaciones, el alcohol ya utilizado -reciclado- en preparaciones anteriores no es tan ávido con los colores. Rosa propone sumergir las piezas en alcohol usado y, tras un tiempo, cambiarlas a un alcohol virgen. "Las piezas así tratadas han mantenido su coloración". 

Alguna consideración final. Hemos comprobado que para los mamíferos de mayor tamaño nuestro abad protagonista practicaba la dermoplastia, un método que, aunque se practicaba con anterioridad, oficialmente se inició a mediados del siglo XIX en el museo de Berlín de la mano de Philipp Leopold Martin, que se cree que fue quien lo bautizó con ese nombre. Además de Vincenzo Rosa a principios del XIX, se conocen otros taxidermistas contemporáneos e incluso anteriores que practicaban la técnica dermoplástica. Un ejemplo se encuentra en el mismo museo berlinés que conserva el armazón revestido de escayola que se utilizó para montar un jabalí que se preparó en el año 1724 por encargo del rey Federico Guillermo I. Consideremos pues, a Vincenzo Rosa, como un erudito multidisciplinar, historiador, geógrafo, astrónomo, naturalista, que practicaba unos métodos taxidérmicos avanzados para su época, y que posee, además, el mérito de haber iniciado la literatura taxidérmica en italiano.
 

Listado de manuscritos del abad Rosa en la Biblioteca de la Universidad de Pavía.

Notas.-
(1) Las esferas de este par de globos, de un diámetro de un metro, están construidas en papel maché cubiertas con una ligera capa de yeso. La inscripción de uno de ellos es la siguiente: “Vincenzo Rosa fece nel 1793 n. 24. La geografia è quasi tutta delle carte di Robert del Vaugondy e di De-la-Marche.”. El globo número 24 se encuentra en la Biblioteca de la Universidad y el número 21 se encuentra en el Liceo Foscolo, ambos en la ciudad de Pavía.
(2) Imagen propiedad del Museo de Historia Natural de la Universidad de Pavía.
(3) Texto del último párrafo del Metodo per conservare e preparare gli uccelli (1789) del abad Rosa. La frase en latín, en una traducción aproximada, dice: "Si usted sabe que ellos lo harían mejor, Imperio blanco [déjelo]; si no es así, hágalo usted".
(4) El cardenillo o verdín es una mezcla de acetatos de cobre. Es la típica pátina verde que cubre muchas de las esculturas de bronce. Utilizado como pigmento en la pintura, es venenoso y tiene propiedades fungicidas.


© All rights reserved. ® Reservados todos los derechos.
Taxidermidades, 2013.

Bibliografia:
Vincenzo Rosa  Metodo de preparare e conservare gli Uccelli per i Gabinetti di Storia Naturale , Piero Galeazzi, Pavia, 1789.
Vincenzo Rosa  Metodo de preparare e conservare gli uccelli per i gabinetti di Storia Naturale, en Biblioteca Fisica d'Europa  editada por Luigi Brugnatelli), tomo X, Segundo semestre, Primera parte, julio-agosto, R. I. Monasterio de San Salvatore, Pavía, 1789. 
Paolo Sangiorgio  Cenni Storici sulle due Università de Pavia e di Milano , Placido Maria Visai, Milán, 1831.
--   Nel centocinquantesimo della morte dello storiografo don Vincenzo Rosa , en La Voce di Palazzolo, 15 de junio de 1968.


Recursos:
Página web del Museo di storia naturale dell'Università di Pavia.