El uso del corcho aglomerado en la Taxidermia. El elefante del Museo de Toulouse.


Así se proclamaba en un artículo de tres páginas en la revista quincenal francesa La Nature del 15 de marzo de 1928:
   "Desde los arcaicos y rudos disecados que se obtenían rellenando de paja, serrín o estopa las pieles de los animales, procedimientos de lo más variado y satisfactorios se han utilizado con éxito en el difícil arte y delicada ciencia que es la taxidermia.
   La lectura de una reciente obra sobre los modernos procedimientos de naturalización nos ha permitido constatar una laguna, tanto más lamentable cuando el sistema que describiremos a continuación no ha sido mencionado, aún siendo indudablemente el más perfeccionado.
   Este olvido o ignorancia no puede provenir más que de la gran modestia del naturalista que desde hace 20 años opera con éxito todos sus montajes por un procedimiento personal que, es una pena, falto de publicidad, no se haya popularizado.
   Para su primer ensayo, nuestro inventor aplicó su sistema de montaje a un elefante que es la admiración de todos los visitantes del Museo de Historia Natural de Toulouse."

El elefante en el Museo de Toulouse a principios del s. XX.

 
Norbert Casteret, el autor del artículo nos remitía a la comunicación que Philippe Lacomme, el segundo taxidermista que tuvo el Museo de Historia Natural de Toulouse, remitió a la Société Zoologique de France en el año 1911. El escrito titulado Un noveau procédé de montage et de naturalisation des grands animaux au moyen du liège armé, en español, Un nuevo procedimiento de montaje y de naturalización de grandes animales utilizando corcho aglomerado, fue leído en París por Louis Roule, profesor del museo de Toulouse y miembro de la Sociedad, en la sesión del 13 de junio de 1911. Vale la pena traducir el texto original y conocer de primera mano el novedoso método:

   "El trabajo de un preparador de historia natural no se limita a la reconstitución banal de los animales, ni al empleo de procedimientos elementales como el designado con el término de empajado. El preparador naturalista debe conservar los caracteres zoológicos, y no sólo hacerlos evidentes, más aún ponerlos en valor de la mejor manera. Debe, en suma, mostrarse como escultor animalista, a la vez que hombre de ciencia y artista. Y sobretodo, cuando se trata del montaje de un gran mamífero, no le debe importar hacer uso de procedimientos más perfeccionados.
   La cuestión se me planteó recientemente, con motivo de un elefante asiático macho, de una altura de 2,75 metros hasta la cruz, cuya piel fue ofrecida al Museo de historia natural de Toulouse. El señor doctor Louis Roule, profesor en el Museo de historia natural, era entonces profesor en la Facultad de ciencias de esta villa y conservador de zoología del Museo. Él quiso darle al animal un aspecto diferente de lo observado en la mayoría de los elefantes naturalizados, destacarle sus principales caracteres y mostrarlo con un aspecto de mucha vida. De acuerdo con su solicitud, modelé una maqueta a una décima de su tamaño, que representaba el animal, con la trompa alzada, subiendo una ligera pendiente. Esta posición, estudiada en todos sus detalles, fue aceptada; y me puse manos a la obra.
   Se presentaban dos graves dificultades: la primera era la ausencia de esqueleto. La segunda provenía de que el montaje se debía efectuar "in situ", a causa de las exiguas oberturas de las salas de zoología, demasiado cerradas para una pieza de esa estatura. Era necesario, además, que el montaje no fuese muy pesado, con el fin de no sobrecargar un piso ya fuertemente cargado.
   Hubiera preferido ejecutar este montaje, largo y delicado, en mi taller, donde tenía a mano mi material y mi personal. Me las arreglé, en consecuencia, para preparar el armazón desmontable, de manera que no tuviera más que, en la sala de las colecciones de mamíferos, tener que poner la piel sobre un maniquí vuelto a ensamblar tras ser introducido en piezas. Este es el lugar, y por lo tanto, tengo  la oportunidad de describir el procedimiento que empleé para vencer aquellas dificultades, que pueden presentarse en otros lugares, y por lo cual me satisface hacer partícipes a mis colegas.
   A falta de esqueleto, era preciso reemplazar este por un armazón de madera que reprodujera, en sus verdaderas proporciones, los miembros y el tronco del elefante. Tuve gran cuidado en tomar con precisión todas las dimensiones principales. El armazón se dividía en doce partes, que se unían por medio de un sistema de ensamblaje por medio de una carcasa provista de pernos exteriores.
Guiado por una maqueta, sobre los primeros tablones que daban forma a los miembros se fueron presentando, en todos los sentidos, plantillas en alambre que reproducían en su conjunto la estructura del animal desollado. Esos alambres se fueron reemplazando sucesivamente por finos tableros, cortados siguiendo el perfil de cada alambre, y que se sujetaron a la estructura formando la base.
   En un momento dado, el maniquí lo era en forma de curvas de nivel, todas de madera. Bastaba con cubrir esa superficie exterior, reservando cortes para un desmontaje fácil y sin presiones. El interior del maniquí se debía mantener hueco, pues era necesario que el peso total no sobrepasase los 1.000 kilogramos, teniendo en cuenta que el peso del animal había sido de 3.167 kilogramos.
   Hasta ese día, los maniquíes de los grandes mamíferos se construían de una sola pieza, casi todos recubiertos de yeso o de alguna otra materia plástica que los hacía pesados; otros, con armazones envueltos en paja, que reproducían grosera e imperfectamente la anatomía, con unos detalles musculares insignificantes; otros en madera maciza.
   Era importante abandonar esos procedimientos y descubrir una materia  más ligera que permitiera esculpir el animal entero. Mis investigaciones me condujeron al empleo del corcho aglomerado y comprimido al vapor, utilizado desde hace algún tiempo por la industria para usos diversos, en forma de planchas de tamaños variables. Estas planchas aglomeradas se utilizaron para unir los perfiles de madera del maniquí, sobreponiéndolas unas a otras tras haberlas recortado con la forma conveniente de acuerdo con el lugar que debían ocupar, sujetándolas entre ellas con puntas largas, formando así una pared muy sólida y ligera. El grosor no sobrepasaba más de 10 centímetros sobre el total del perímetro del maniquí: era un verdadero muro de corcho aglomerado, muy resistente y con cierta elasticidad.
   Una vez terminado el trabajo de ajuste, siempre observando las medidas que rigurosamente se tomaron sobre la piel fresca del elefante, bastaba ya con revestir el maniquí con la piel del animal. No tenía más que desmontar la pieza, y transportar las doce fracciones al Museo. Ya en su lugar definitivo tuvo lugar el reensamblaje, hecho extremadamente sencillo gracias al empleo de este procedimiento inédito.
   Antes de vestir el maniquí, la piel se sometió allí mismo a una última preparación a base de arsénico con el fin de asegurar su conservación, e inmediatamente se comenzó el revestido. Por medio de cables, el cubrimiento fue elevado por encima de su carcasa, y se dejó suavemente justo en su sitio. Estando las medidas bien tomadas, no restaba más que poner todo en su lugar, y veinte días después el montaje se convirtió en definitivo.
   Debo añadir que las defensas que presenta el animal no son más que unas copias de las verdaderas. Están construídas utilizando un gran número de tallos de paja de centeno recubiertos de "staff" (1), todo ello cubierto a su vez con una ligera capa de celuloide coloreado. Este procedimiento tampoco tenía precedentes.
   Esta pieza se inauguró coincidiendo con la visita de los miembros del Congreso de la Asociación Francesa para el Progreso de las Ciencias, el mes de agosto de 1910."

Proceso de construcción del armazón  y, a la derecha, la escultura a escala 1/10.

 
Al final de la lectura de la comunicación se añaden en el Bulletin las siguientes reacciones:
   "El señor presidente felicita al señor Lacomme por su interesante trabajo. El señor Trouessart describe el procedimiento de montaje de grandes animales empleado en el Museo [de París]. El señor Petit expone los métodos empleados por él en casos análogos. El señor Pellegrin señala la bella muestra de elefante ofrecida por Barnum al Museo de Tours." 

Revistiendo el armazón de madera con corcho  y Lacomme junto a su obra.

 
La comunicación de Lacomme a la Sociedad Zoológica se acompañada de una fotografía del trabajo terminado. En cambio, el artículo publicado en La Nature está ilustrado con siete imágenes que ilustran el proceso. Son las que aparecen intercaladas en este texto.
 

La comunicación de Lacomme a la Sociéte Zoologique en 1911.

 
Seguimos con el texto de Casteret que nos permite completar y ampliar la información que nos ofrece Lacomme. Así, el 11 de diciembre de 1907, el director del circo Pinder hizo entrega al Museo de Toulouse de una piel de elefante asiático adulto. El animal enfureció de repente y causó un grave accidente cuando el circo hacía su ruta de Montauban a Agen, teniendo que llamar a un pelotón de dragones (2) para que lo abatieran a tiros. El profesor Roule pidió al taxidermista Lacomme que lo montara de acuerdo con la descripción que el célebre explorador Stanley hizo del terrorífico aspecto de un elefante que se dispuso a cargar contra su grupo. Como comentaba Lacomme en su comunicación, surgieron las dificultades de la falta de las medidas reales del animal, de un espacio físico donde poder montar el animal y del peso máximo que debía tener el montaje para que el piso del museo lo pudiera soportar. Visitando los stands de la Exposición de Toulouse de 1908, el taxidermista conoció un nuevo producto recién descubierto, el corcho aglomerado que, dada su ligereza, se apresuró a adoptar como material para su proyecto. Tras modelar una realista maqueta en cera a escala 1/10, Lacomme inició el trabajo de crear la estructura en madera, tal como él mismo describía. Ya en el museo, después de volver a encajar las piezas del armazón y de revestirlo con corcho, aplicó una mezcla de cola, dextrina y polvo de corcho para modelar algunas rugosidades, y colocó la piel.


Postal donde aparecen los militares y Arthur Pinder con el elefante recién abatido.

 
Casteret afirma en La Nature que Lacomme "continuó utilizando el corcho aglomerado con éxito, que jamás fue discutido, y que se confirmó por la perfecta conservación de los primeros especímenes". Que en el año 1914 "el sabio naturalista americano" Henry Fairfield Osborn, presidente del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, acompañado por uno de los conservadores del museo de Toulouse, el conde Begouen, se detuvo estupefacto ante el elefante y no ahorró halagos, destacó el valor artístico y de realismo de la obra y se apresuró a felicitar a un Lacomme que, ataviado con su blusa de trabajo, escuchó de Osborn que este "no había conocido en el mundo un elefante hecho con tanto entusiasmo y tan realista"

"Un serrucho y una lima son suficientes para recortar, lijar y esculpir el corcho", escribe Casteret. Se suman la facilidad que ofrece el corcho para clavar y fijar la piel, teniendo en cuenta que una vez curtida, esta pierde parte de su elasticidad; y también que es un producto "exento de todo parásito destructor y que, por su naturaleza, está a salvo de todo deterioro causado por la humedad o la sequedad". Añade, además, que la piel con el tiempo tiende a retraerse y que el yeso se suele agrietar, lo que se evita utilizando el corcho, que es un material elástico.

Norbert Casteret acaba su artículo de forma ligeramente grandilocuente con el siguiente párrafo:
   "El procedimiento del señor Philippe Lacomme, preparador-conservador técnico del Museo de Historia natural de Toulouse, constituye en la actualidad el último perfeccionamiento aportado al delicado arte de la taxidermia, arte cada vez más importante y de interés para nuestra época en la que asistimos a la desaparición, sobretodo de gran fauna, de animales de los que es importante, más que nunca, conservar especímenes que presentaremos, a los ojos de generaciones futuras, con apariencia de vida."
 
El corcho ya era un material conocido en la Antigüedad. Se han encontrado objetos tallados hace 5.000 años en Egipto, Babilonia, China y Persia. La Taxidermia es un arte reciente y, por lo tanto, la utilización del corcho como material también lo es. Autores anteriores a Lacomme se refieren al uso del corcho. Hénon y Mouton-Fontenille (1801) lo proponen como material de relleno para las aves. Grau-Bassas (1849), lo propone -entre otros usos- para los mamíferos. Gardner (1866) aconseja tanto el corcho como la madera para "formar el núcleo del cuerpo" de las aves. Capus (1879) relaciona varios materiales de relleno, entre ellos el corcho. Manton (1882) lo aconseja para fabricar las lenguas de los mamíferos. Scudamore (1882) para todos los animales, y Wood (1888) para las aves, usan como único material el corcho para formar el cuerpo artificial. En su relación de materiales de relleno, Llofriu (1885) cita los residuos de corcho. Finalmente, Gestro (1915), propone la madera o el corcho para los cuerpos de los peces.

De la relación de autores y del uso que estos le daban, se puede afirmar que el corcho se empleaba en Taxidermia desde hacía tiempo, al menos desde un siglo antes; y en bastantes países: Francia, Inglaterra, Estados Unidos, España o Italia. Se usaban sus residuos como material de relleno o natural -suponemos que hervido- para formar cuerpos de pequeños mamíferos y aves. Y ciertamente, la invención del corcho aglomerado, en forma de bloques que permite ser esculpido o serrado en planchas o láminas, hizo posible su uso en grandes mamíferos, tal y como hemos podido comprobar. También es cierto que la técnica de Lacomme no se extendió. En principio no se difundió -tal y como afirmaba Casteret-, y cuando habría podido empezar a ser conocida coincidió con otra revolucionaria técnica que sí tuvo repercusión, la que Carl Akeley había empezado a practicar para montar elefantes en el American Museum of Natural History de Nueva York.


Punch con Curley, su domador.

 
Sobre el elefante, sabemos que se llamaba Punch y que su domador era un inglés apellidado Curley. El circo fue fundado por los hermanos Pinder en Inglaterra en 1854 y poco después se trasladó a Francia, donde continua funcionando en la actualidad. En aquellos momentos, a principios del siglo pasado, el circo tenía su base en Montauban, hacía giras de nueve meses y su propietario era Lewis-James Pinder, conocido como Arthur Pinder. Sus memorias se recogieron en un libro editado en 1978 por Jacques Garnier y, entre otras historias, evoca el episodio del ataque de Punch. Debido a problemas sentimentales, -tras una gira y de vuelta a casa, se encontró con que su esposa la había sido infiel con un joven- Curley decidió abandonar el circo en 1907. A partir de ese momento Punch se mostró deprimido y peligroso. Destripó dos caballos, hirió a su nuevo domador y el propietario del circo decidió acabar con él. Ante unas mil personas -según recoge el periódico La Petite Gironde- doce militares fusilaron al elefante. Punch fue restaurado en el año 2004 y continua expuesto en el Museo de Historia Natural de Toulouse. En 2010 se celebró el centenario de su llegada al museo.



En su ubicación actual en el Museo de Toulouse  (3).


Notas y créditos.-
(1) Staff.- Compuesto plástico formado por yeso de moldeo reforzado con fibras vegetales, usado en decoración de interiores, en aquella época sobretodo en cines y teatros.
(2) Dragones.- Unidad de caballería armada del ejército francés.
(3) Fotografía de Géraldine Millo obtenida de la web del Museo de Toulouse.

© All rights reserved. ® Reservados todos los derechos. 
 Taxidermidades, 2013.

Bibliografía:
Guillaume Capus  Guide du naturaliste préparateur et du naturaliste collectionneur pour la recherche, la chasse, la récolte, le transport, l’empaillage, le montage, et la conservation des animaux, végétaux, minéraux et fossiles  , Baillière et fils, Paris, 1879.
Norbert Casteret   Le Liège aggloméré en Taxidermie , en La Nature, págs. 270-272, nº 2781, París, 15 de marzo de 1928.
James Gardner  Bird, Animal and Fish stuffing and preserving , The Champion Handbooks, Darton and Hodge, Londres, [1866].
Jacques Garnier  Les histoires de cirque de Lewis-Jacques Pinder dit Arthur  , Jacques Garnier, París, 1978.
Raffaele Gestro   Il naturalista preparatore , Manuali Hoepli, Ulrico Hoepli, Milano, 1915.
Juan Grau-Bassas  Nociones de taxidermia. Manual de disecar y embalsamar los animales , Imprenta de A. Frexas, Barcelona, 1849.
Jacques-Marie Hénon y Jacques-Marie-Philippe Mouton-Fontenille de la Clotte  Observations et experiences sur l’art d’empailler et de conserver les oiseaux  , Bruyset Ainé et Compagnie, Lyon, 1801.
Philippe Lacomme Un noveau proceédé de montage et de naturalisation des grands animaux au moyen du liège armé , en Bulletin de la Société Zoologique de France, del 18 de agosto de 1911, pp. 154-157, tomo,36, París, 1911.
Manuel Llofriu    Taxidermia. Manual Práctico del disecador de animales y plantas  , Librería de Cuesta, Madrid, 1885.
Walter P. Manton   Taxidermy without a Teacher ,  Lee and Shepard Publishers, Boston y Nueva York, 1882.
R. I. Scudamore   A Treatise on the Art of Taxidermy or Preserving and Mounting Birds and Animals in their Original Form and Color, William C. Brown, San Francisco, 1882.
Samuel Wood   The British Bird-preserver ,  Warne’s Useful Books, Frederick Warne & Co., Londres y Nueva York, 1888. 

Recursos: 
Web del Muséum de Toulouse. 
Artículo Fotografías de Eugène Trutat del Museo de Toulouse en Taxidermidades.
Artículo "L'atélier du naturaliste Bonhenry", óleo de Georges Castex en Taxidermidades, que incluye la biografía de Philippe Lacomme.
Artículo La historia del elefante "Solimán" en Taxidermidades. 
Artículos sobre Taxidermia y Elefantes en Taxidermidades.