Edward Bancroft, médico y negociante, y con una biografía bastante agitada, publicó An Essay on the Natural History of Guiana in South America (Ensayo sobre la Historia Natural de la Guayana en América del Sur) en Londres en el año 1769. Como describe la portada del libro, de 402 páginas más las hojas de cortesía, este contiene "una descripción de muchas producciones curiosas de los sistemas animales y vegetales de ese país, con anotaciones sobre religión, costumbres de las varias tribus de indios que lo habitan, intercaladas con una variedad de observaciones literarias y médicas".
Poco antes del ecuador del libro, en la segunda carta donde se describen los animales que se encuentran en aquel país, encontramos el pasaje donde, tras referirse al bello plumaje de algunas aves exóticas, Bancroft dedica tres páginas a una descripción no muy detallada de los métodos de conservación de las aves que se practicaban en la Guayana británica. El autor se refiere a la gran cantidad de personas de esa colonia que, juntamente con sus esclavos y sus empleados, se dedicaban a matar y a conservar aves destinadas a los gabinetes de naturalistas europeos. Al ser distinto que en el Viejo Continente, y sin citar autor alguno, primero describe el modo europeo de preservar los cuerpos de las aves, eviscerando y haciendo incisiones en "diferentes partes del cuerpo" y rellenando la cavidad del tórax y el abdomen con una mezcla de sal y alumbre que "en su momento fue publicada en una revista mensual, el nombre de cuyo autor no recuerdo" (1). En cambio, el método de conservación de las aves en la Guayana consistía en introducirlas en recipientes de vidrio, cubrirlas con alcohol de alta graduación, y mantenerlas sumergidas durante veinticuatro o más horas, dependiendo de su tamaño, para que el alcohol penetrara en todo el cuerpo. Pasado ese tiempo se sacaba el ave del tarro, se ordenaban las plumas y se colocaban la cabeza, patas, alas, cuello, etc., tal y como los tenía en vida. Una vez todo en su lugar, se dejaba secar en un lugar ventilado para que mantuviera su posición natural, sin peligro de putrefacción. Bancroft advertía, no obstante, de que este método quizá resultara demasiado caro para ser practicado en Inglaterra.
Portada del libro. |