"En la piel de un animal" de Santiago Aragón.


Sobrecubierta del libro.
La lectura de En la piel de un animal. El Museo Nacional de Ciencias Naturales y sus colecciones de Taxidermia, libro de reciente aparición escrito por Santiago Aragón, nos acerca a la historia del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, uno de los grandes y más longevos museos de Historia Natural del mundo y, sin duda, uno de los más desatendidos. La obra, que abarca desde su fundación como Real Gabinete en 1771 hasta el final de la Guerra Civil, escoge como testimonio la colección de taxidermia para trazar un relato que nos conduce desde la adquisición por el rey Carlos III del gabinete del comerciante español residente en París Pedro Franco Dávila, que se convertiría en su primer director, al periplo de sus colecciones, que pasaron de un segundo piso del Palacio de Goyeneche de la calle de Alcalá, al Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales, la actual Biblioteca Nacional, en 1895 -tras un desahucio decretado por el Ministerio de Hacienda-, hasta su actual ubicación del Paseo de la Castellana, que lo es desde 1910. Obligado desalojo, el de 1895, que condenó a clausurar el museo durante seis años y a almacenar sus colecciones en salas inadecuadas e insufucientes. Triste recorrido, el de miles de especímenes disecados, que incluso llegaron a soñar en un primer momento con instalarse en el Museo del Prado, encargado por Carlos III en 1785 a Juan de Villanueva, precisamente con el propósito de albergarlos, edificio que, no obstante, desde su inauguración sería destinado a pinacoteca.
 
   "La siempre difícil combinación de instrucción y recreo, de educación y diversión, ha tenido históricamente en la taxidermia una de sus más cultivadas vías. Y el modo en que el desarrollo y la evolución de las técnicas taxidérmicas se han influido mutuamente con el desenvolvimiento de las ideas y modelos científicos, y con la propia reconfiguración cultural e institucional de los museos, es algo que el lector inteligente podrá ir descubriendo en las páginas que siguen."
                                                Fragmento del prólogo del libro a cargo de Santos Casado.

La polémica entre Bécoeur y Mauduyt. Parte 3.


Mauduyt, en cambio, sí redactaría una dúplica. La Réponse a la seconde Critique de M. Bécoeur aparecería publicada el mes siguiente, noviembre de 1774, en Observations, el Journal de Physique del abad Rozier. En esta ocasión, la carta, que apenas ocupaba cuatro páginas, obligaba al editor a añadir largas notas a pie de página con el propósito de ayudar al lector a no perserse, algo que a estas alturas podia ocurrir sin no mucha dificultad, como de hecho a nosotros casi nos está sucediendo. El texto era el siguiente: 
 
Respuesta de Mauduyt a la segunda crítica de Bécoeur.

La polémica entre Bécoeur y Mauduyt. Parte 2.


En mayo en el Journal de Physique y en junio en el Journal Encyclopédique, apareció publicada la carta de réplica de Mauduyt de la Varenne a Bécoeur en la que confirmaba su autoría de la anterior y en la que contraargumentaba a su oponente. Una nota al pie de página a cargo del editor, sobre la carta de Bécoeur, decía: 
   "Todos los hechos enunciados en esta Carta, relativos a la colección del Gabinete del Rey, son de público conocimiento. No ha escrito sobre este tema ni una sola palabra que no sea conforme a la más estricta y rigurosa verdad. No obstante, si alguien albergara dudas sobre la realidad de algunos de estos hechos; si el señor Bécoeur refutara uno sólo de ellos, invito al lector a suspender su opinión, y a no pronunciarse más que después de haber consultado a los señores Conservadores del Gabinete."
Carta de respuesta de Mauduyt a Bécoeur.

La polémica entre Bécoeur y Mauduyt. Parte 1.


El enfrentamiento público entre Bécoeur y Mauduyt es un hecho conocido por quienes se han acercado a la historia de la Taxidermia. La publicación en agosto de 1773 en el Journal de Physique de los métodos de conservación de aves del inglés Kuckahn, incitó a Mauduyt a puntualizar y a exponer los suyos, entre los que se encontraba la fumigación con vapor sulfuroso de las aves ya preparadas, una técnica que había usado Réaumur décadas antes. Un mes después de esa primera carta Mauduyt publicaría una memoria sobre la preparación de especímenes, destinada a viajeros y corresponsales. Bécoeur se sintió, cómo no, concernido. Mauduyt, conocido suyo y conocedor de sus métodos, no se había referido ni a él ni a su jabón arsenical, y Bécoeur publicó una carta de réplica en un tono belicoso que hacía prever lo que sucedería después. Tres cartas más, de Mauduyt a Bécoeur, de Bécoeur a Mauduyt y una última de Mauduyt en noviembre de 1774. Cada uno defendiendo su método como el mejor posible. En aquel duelo también intervendrían Bonnet, un naturalista de Ginebra, Nicolas un farmacéutico de Nancy, y los editores del Journal. Año y medio de disputas, varios concernidos, siete cartas, dos memorias y unas 140 páginas publicadas, todo ello no es más que una muestra de la importancia que llegaron a adquirir los gabinetes de Historia Natural en aquel tiempo. La lectura de esas cartas nos permite, además, descubrir la personalidad de sus protagonistas, y también conocer sus ambiciones.  
 

Las cartas de Kuckahm en el Journal de Physique.

"Una visita al taxidermista", un grabado de 1871.

"El taller de un taxidermista es un museo en miniatura. En él se pueden observar pájaros disecados, animales y reptiles de todas clases, desde osos polares a focas diseñados para colecciones zoológicas, hasta canarios y caniches embalsamados para propietarios sentimentales. Esta última rama de actividad constituye buena parte del negocio de la taxidermia. También se preparan gran cantidad de aves para los sombreros de las señoras, pues cada año los sombrereros precisan unos cuantos miles. Con todo, el taxidermista ha de ser un poco artista; no sólo ha de rellenar el ave o animal, de tal manera que conserve sus proporciones, sino que ha de hacerlo y representarlo de forma natural, proporcionándole con los ojos de vidrio de color una expresión de vida. Se cuenta que de todos los animales, el perro es de los más dificiles de preparar de manera satisfactoria. En el bonito dibujo de la página 392, la niña parece pertenecer a la clase de dolientes antes mencionada. Ella, llorosa, mira el pájaro que sostiene, evidentemente tratando de reconocer en su forma rígida cualquier parecido con su favorito perdido; mientras, su hermano patalea y grita en el regazo de su madre, con una mueca de espanto, asustado por la visión de un mono con que su padre ha tratado de hacerle gracia. Alrededor, una habitación llena de búhos, focas, ciervos, águilas, perros, etc. evidencia el arte de la taxidermia e incita el interés y la curiosidad de los visitantes."
A Visit to the Taxidermist (1871).

 
Al pie del grabado, que apareció en la revista semanal Harper's Bazar del sábado 24 de junio de 1871, se lee: "A VISIT TO THE TAXIDERMIST.- Dibujado por W. L. Sheppard, a partir de un boceto de M. Woolf.- [vea página 394]". La lámina ocupa toda una página apaisada y mide 41,5x20 cm.