El "Akeley Hall" del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York.


Vista general del Akeley Hall of African Mammals en la actualidad (1).

 
En su libro In Brightest Africa (En el África más deslumbrante, 1923) (2), publicado pocos años antes de su fallecimiento, Carl Ethan Akeley (1864-1926) escribía:
   "He tenido muchos sueños. Algunos los he olvidado. Otros tomaron forma y se convirtieron en algo agradable u odioso para mí en mayor o menor grado. Pero sobre todo han convivido conmigo con el paso de los años, marcando paulatinamente el rumbo. Se han convertido en la inspiración y en el propósito unificador de mi trabajo, todos los esfuerzos durante los últimos años se han redoblado para conseguir un único objetivo, la creación de una gran sala que se llama Salón Africano Roosevelt.

   Siempre he estado convencido de que los nuevos métodos de taxidermia no se han empleado al máximo, de que aunque el proceso taxidérmico ha mejorado en el plano artístico, sigue teniendo una gran oportunidad para un uso aún más significativo y amplio en la creación de una gran obra maestra en la exposición del museo. Además, siempre fui consciente de la rápida y desconcertante desaparición de la vida silvestre africana. Y supongo que esas dos consideraciones dieron lugar al sueño de culminar mi trabajo con una gran pieza de museo, artísticamente concebida, que perpetúe la vida animal, las costumbres nativas y las bellezas escénicas de África.
   Cuando regresé a los Estados Unidos en 1911, mi mente estaba saturada con la belleza y la maravilla del continente que había dejado. Soñaba con la Sala de África. Un año después mis ideas estaban suficientemente definidas como para presentarlas al profesor Henry Fairfield Osborn, presidente del Museo Americano de Historia Natural, que aprobó mis planes y me pidió que los presentara a los consejeros del Museo. El plan que propuse a los consejeros preveía una gran sala dedicada exclusivamente a África, que se convirtiera de forma permanente y artística en un satisfactorio registro de la fauna en extinción y en una imagen de la topografía del continente mediante una serie de grupos construidos con las mejores técnicas museísticas. Ni en este ni en cualquier otro país se había intentado una exposición así. Aquella sala no solamente serviría como muestra de la vida silvestre africana, sino también como un estándar para las exposiciones en los museos en el futuro."
Con veinte años, Akeley empezó trabajando como taxidermista ayudante en el establecimiento de Henry Ward de Rochester, Nueva York, entonces el mayor proveedor de animales disecados de Norteamérica, y entre cuya clientela se contaba un nada despreciable número de museos de Historia Natural. Las técnicas taxidérmicas que allí se empleaban eran, según el propio Akeley, "muy simples", los animales que se montaban carecían de precisión anatómica y no se les dotaba de posturas naturales. Durante su estancia en aquel establecimiento ensayó, sin la aprobación de su jefe, nuevas técnicas de montaje basadas en la dermoplastia. Poco antes de su marcha definitiva -fue despedido en una ocasión y más tarde readmitido- colaboró en el montaje del célebre elefante circense Jumbo. 

Retrato de Carl Akeley.
Su siguiente etapa fue en el Museo Público de Milwaukee (1886), que combinó con su trabajo como taxidermista privado. Durante aquel tiempo empezó a poner en práctica sus ideas y sus progresos técnicos. Fue allí donde construyó sus primeros dioramas. En 1894 Akeley se incorporó al recién inaugurado Museo Field de Chicago. Se abría un periodo de creación del que surgirían numerosas obras maestras como Four seasons, cuatro dioramas con ciervos representados en las diferentes estaciones del año, o The Fighting African Elephants, dos elefantes machos combatiendo. Comenzó a viajar a África en 1896. La segunda expedición sería en 1905-1906. En aquel segundo viaje al continente africano tanto él como su esposa Delia abatieron los elefantes que formarían el grupo The Fighting. Durante el montaje de aquellos elefantes Akeley experimentó con éxito el curtido vegetal aplicado a los grandes mamíferos y una nueva técnica que más tarde se conocería como esculturodermia, consistente en el sucesivo modelado en arcilla, moldeado y desmoldado, del que resultaba un maniquí muy ligero compuesto por la propia piel del elefante revestida en su interior únicamente con papel maché. A aquellos trabajos asistió un joven James Lippit Clark, entonces ayudante de John Stewart Rowley en el American Museum of Natural History de Nueva York (AMNH)
 

Boceto preparatorio del African Hall de 1925 (1).

 
Terminados sus elefantes de Chicago, Akeley viajó de nuevo a África en 1909, donde acompañó al hasta entonces presidente Theodore Roosevelt, que participaba en una expedición organizada por el Museo Smithsonian de Washington. Durante el safari Akeley pidió a Clark, que en aquellos momentos se encontraba en el continente fotografiando fauna, que se uniera a la comitiva y colaborara en las tareas de preparación de las piezas. Roosevelt y su hijo Kermit mataron cuatro elefantes. A la vuelta, John Rowley dejaría vacante su puesto y Clark, con el beneplácito de Henry F. Osborn, propuso a Akeley trasladarse a Nueva York. Akeley cumplió con los meses de contrato que le restaban en Chicago e inmediatamente viajó a Nueva York. Uno de sus primeros trabajos en el American consistió en montar un grupo de elefantes, que se conocería como The Alarm, y que estaba formado por un macho en estado de alerta y una hembra adultos, una cría de elefante y otro macho en la retaguardia. El método de montaje fue similar al empleado en el Field. Dos de los cuatro elefantes del grupo se encontraban entre los abatidos por Roosevelt y su hijo. Se pensó que la presencia de elefantes presidenciales funcionaría publicitariamente y contribuiría a aumentar la cifra de visitantes del museo. Akeley y sus colaboradores, entre los que se contaban Clark y Louis Paul Jonas, trabajaron en aquel grupo hasta 1919.

 


Planos y maquetas del African Hall. Imágenes publicadas en American Museum Journal en mayo de 1914.

 
En un artículo titulado The autobiograhy of a taxidermist (La autobiografía de un taxidermista) publicado en The World's Work en 1921, Akeley dedicaba un apartado a su sueño que titulaba African Hall, now or never (Sala de África, ahora o nunca), donde nos aportaba algunos detalles de su proyecto. Por aquellas fechas los trabajos de la Sala sufrieron un parón debido a las dificultades económicas derivadas del final de la Primera Guerra Mundial. El texto íntegro, de carácter notablemente reivindicativo, es el siguiente:
   "Hace veinticinco años, si un hombre hubiera tenido todos los especímenes de animales de África, no hubiera podido realizar con ellos una exposición que hubiera sido científica, natural, artística o satisfactoria. Porque hace veinticinco años el arte de la taxidermia y su exposición en un museo, en lo que se refiere a los animales, apenas existía.
   Dentro de veinticinco años los animales africanos se extinguirán y los especímenes adecuados para un Salón Africano serán imposibles de conseguir. Recientemente he oído que Newland, Tarleton y Compañía de Nairobi ha abandonado el negocio del safari, ya que la caza no lo justifica, y que las cabezas que están llegando a Londres desde el África Oriental Británica no son ya los viejos estándares. Si se ha de construir un Salón de África, hay que hacerlo ahora. El Salón de África que propuse al Museo Americano de Historia Natural está destinado a registrar las rarezas que están desapareciendo de forma vertiginosa y presentar de forma permanente y artística una sala completa con especímenes de animales preparados con la mejor técnica museística conocida. Ni en este ni en otro país existe algo así, una sala de este tipo no solamente perpetuaría un registro único de África, también supondría un registro único y nuevo en cuanto a la taxidermia y otros artes asociados.
   Me dirigí al profesor Osborn, entonces, como ahora, presidente del Museo Americano, con la idea de la tal Sala de África. La aprobó y me pidió que la presentara a los consejeros. Ellos también aprobaron el plan, sujeto, por supuesto, a las siempre presentes dificultades económicas del museo. Algo que se habría conseguido si no hubiera sobrevenido la guerra. Como sucedió con todo los demás, mi actividad decayó, y trabajé con el Ejército para ver si algo de mi experiencia con la taxidermia, la pistola de hormigón o mi trabajo con la cámara (3), podían ser útiles para la fabricación de dispositivos que ayudaran a vencer a los alemanes.
   Y ahora, si se ha de hacer, es la hora de activar de nuevo la Sala de África. Hasta ahora he estado estudiando mi profesión. Ahora quiero practicarla con una gran y completa obra, y al hacerla, establecer un estándar e instruir a hombres para que continuen en los museos de este país, retratando la vida animal que deseen, en el sentido de que resulten de una gran atracción e instrucción para el público, tanto el profano como el científico.
   Como he planeado, esta nueva sala estará dedicada íntegramente a África, a escenas africanas con animales africanos y a los nativos africanos en su relación con los animales. La estancia adecuada tendrá una superficie de sesenta por ciento cincuenta y dos pies, y una altura de diecisiete pies en los laterales de la galería y de treinta pies hasta el centro del techo. El espacio abierto de esta sala sólo será invadido en las esquinas por los ascensores, es decir, el espacio abierto real, sin columnas o cualquier obstrucción, será de sesenta por ciento dieciséis pies (4). En el centro de esta gran sala se colocará un grupo de cuatro elefantes africanos tratados de forma escultural, montados sobre una base con cuatro patas y sin cobertura de vidrio. Es apropiado que el elefante domine esta sala, puesto que es típico de África, es el mamífero terrestre más grande actualmente en el mundo, y uno de los más espléndidos animales habidos en el pasado y en el presente.
   Como consecuencia de esa evolución tardía en la técnica de la taxidermia somos capaces de tratar a estos paquidermos para que no sufran por esa falta de protección de un cristal. El cambio de las condiciones atmosféricas no deberá tener efecto alguno sobre ellos y podrán recibir esencialmente los mismos cuidados que reciben los bronces. Si nos encontramos en esta sala donde están los elefantes y miramos a derecha e izquierda a través de lo que podrían parecer las ventanas de la sala, veremos escenas típicamente africanas, en la que varios grupos rodearán la planta principal de la Sala de África en una especie de anexos que no invadan la superficie de la propia estancia. Habrá veinte grupos de animales con fondos panorámicos en la planta baja, y veinte más del mismo tipo aunque algo más pequeños, en la galería. Los cuarenta lienzos (5) para los grupos deberán ser pintados por los mejores artistas disponibles y con estudios realizados en África, y deberán dar una idea global de la topografía de África desde el Mediterráneo hasta el norte de Table Mountain en Ciudad del Cabo, y desde la costa este a la oeste.
   Los primeros planos de los grupos se combinarán para representar de la manera más amplia la vida animal del continente. Serán composiciones, es decir, se asociarán a cada uno de los grupos el mayor número de especies que permitan los criterios científicos. Por ejemplo, uno de los grandes grupos de un rincón podría representar una escena del río ecuatorial Tana, y mostraría, tal vez, en total, una docena de especies en sus entornos naturales con historias de animales y una representación correcta de la flora. En primer plano, en un banco de arena del río podría haber un grupo de hipopótamos; más allá de la corriente, fusionándose con el fondo pintado, un grupo de impalas llegando hasta el agua; en los árboles y en los bancos de arena de la orilla del agua dos especies de monos comunes de la región; un cocodrilo y tortugas tomando el sol cerca de los hipopótamos y algunos pájaros característicos en los árboles.
   Otro de estos grupos más grandes de los rincones podría ser una escena de las llanuras, un montículo de roca kopje (6) con animales característicos como el saltarrocas, el damán, el redunka de Chanler, y babuinos en las rocas; al fondo la llanura abierta, con muestras de rebaños de animales de planicie. El tercero de los grandes grupos de rincón podría representar una escena del bosque del Congo con el okapi y quizás chimpancés, y posiblemente animales que puedan estar legítimamente asociados con el okapi. El cuarto conjunto podría ser una escena del desierto, una charca con agua con una jirafa bebiendo junto a otros animales de pie esperando su turno. En estas cuatro agrupaciones de los ángulos podemos presentar las cuatro características físicas más importantes del conjunto del continente africano y podrían complementarse, por supuesto, con las escenas de los otros treinta y seis. Estos grandes grupos, sin embargo, ofrecen la oportunidad para particulares y llamativos efectos escénicos. Los efectos, cuando atravesemos esta sala, consistirán en encontrar a través de las ventanas abiertas África al aire libre. Además de los cuarenta grupos, se han sugerido veinticuatro paneles de bajorrelieve en bronce (seis de once pies cada uno) a modo de friso justo por encima de los grupos a lo largo de la galería, formando una serie alrededor de la planta baja, y convirtiéndose en parte de la decoración arquitectónica de la sala. La escultura de cada panel contará la historia de una tribu nativa y sus relaciones con la vida animal que se representa en los grupos.
    Por ejemplo, podría mostrar una familia Dorobo, el hombre desollando un antílope muerto que ha traído desde el bosque hasta su cabaña, donde se encuentran su esposa e hijos, y dos perros de caza que representan sus únicos animales domésticos. Un interés aún más en la vida de los animales lo revelaría la presencia del antílope muerto, fuente de suministro de alimentos, puesto que son personas que viven exclusivamente de la caza. Otro bajorrelieve podría mostrar un grupo en Somalilandia con camellos, ovejas, cabras, vacas y caballos en una charca; el interés por la vida animal se centraría únicamente en los animales domésticos. Otro panel completaría la historia de Somalia y podría representar un grupo de la tribu Madhiban en alguna escena de caza característica. Si bien para cada uno de estos paneles se debería realizar un estudio cuidadoso y científicamente exacto de la gente y sus costumbres, preciso en detalle en cuanto a la ropa, adornos y armas, el tema transversal de la serie sería la relación de las personas con la vida animal."

 

El Akeley Hall en costrucción en 1933 (1).

 
Algunos años antes, el 23 de agosto de 1915, la revista Alrededor del Mundo publicaba un artículo titulado La apoteosis del elefante. Una maravilla de la taxidermia. Akeley ya se había convertido entonces en todo un personaje. La prensa del mundo entero se había hecho eco de sus azañas en África, sobre todo de aquel episodio en que luchó de igual a igual con un leopardo y resultó herido. El texto pretendía, en esta ocasión, trasladar a sus lectores su proyecto del grupo de elefantes y de la Sala de África:
   "Muchas veces se ha dicho que los elefantes africanos están a punto de extinguirse, por la activa persecución de que han sido objeto durante largos años para la obtención del marfil. Afortunadamente para estos colosales proboscideos, y gracias a las medidas previsoras que en su favor han adoptado las naciones que tienen colonias en África, el fin de la interesante bestia no está tan próximo, ni mucho menos; pero como quiera que esas medidas han de ser más rigurosas de día en día, llegará uno en que sea punto menos que imposible matar un animalito de esta especie. Comprendiéndolo así, y anticipándose a los acontecimientos, el Museo de Historia Natural de Nueva York prepara lo que podríamos llamar la apoteosis del elefante, algo así como un monumento al rey de la fauna africana y el más voluminoso de los mamíferos terrestres actuales.
   Ese monumento, que ocupará el centro de una sala del Museo, consistirá en un grupo de cinco elefantes africanos (7), admirablemente naturalizados, sobre un pedestal rodeado de pequeños grupos en bronce alusivos a la vida del mismo animal. En uno de ellos, por ejemplo, se verá un elefante herido mortalmente a flechazos, lanzando un bramido de agonía; otro, representa un viejo macho, herido también, al que dos compañeros de manada sostienen y ayudan a andar. Por añadidura, a los lados del pedestal se colocarán bajorrelieves representando un rebaño de elefantes, la caza del elefante por los negros, etc.
   Lo más notable del grupo no es su ejecución, a la que no puede ponerse reparo científico ni artístico, sino el hecho de ser todo él obra de un hombre, que para hacerlo ha pasado una larga temporada en el centro de África, ha estudiado por sí mismo las costumbres de los elefantes, ha hecho una porción de fotografías y de croquis, y ha dado muerte, en fin, a los cinco soberbios ejemplares que componen el grupo naturalizado. Este hombre es Míster Carl E. Akeley, un disecador (o taxidermista, que decimos hoy) norteamericano, a quien puede considerarse como uno de los grandes maestros en su arte. Un periódico yankee ha llamado a Mr. Akeley "el Miguel Ángel de la taxidermia" (8), y el título no es hiperbólico. En el Museo de Chicago, donde están la mayor parte de sus obras, hay algunos grupos de mamíferos que son verdaderas maravillas, hasta el punto que viendo una fotografía de cualquiera de ellos sin previo aviso de que se trata de una labor artística, cualquiera podría creer que se trataba de una instantánea del natural. Claro está que para obtener estos resultados, Mr. Akeley necesita ser una especie de enciclopedia: cazador, naturalista, anatómico, pintor, escultor, fotógrafo... Una de las características de su trabajo, es la variedad de recursos. Con cada animal, según su tamaño y el carácter de su piel, emplea un procedimiento distinto. (...)
   El monumento de los elefantes no figurará sólo en la sala que se la destina. A modo de acompañamiento, a uno y otro lado habrá otros dos grupos más pequeños, formados por rinocerontes, y alrededor, siguiendo todo el perímetro del salón, treinta y dos grupos panorámicos (9) representando otras tantas escenas de la vida animal en África, comprendiendo algunos centenares de especies de mamíferos, aves y reptiles. Cada grupo de estos presentará los animales en el paisaje que les es habitual, con un fondo panorámico que por sí sólo ha de constituir una obra de arte. Uno de ellos, por ejemplo, será un bosque del Congo, con el okapi y otros seres curiosos de aquella fauna; en otro se reproducirán las orillas de un río africano, con hipopótamos, cocodrilos, monos y aves, y así en todos los demás. Todo ello ha de ser obra de Mr. Akeley, que lleva ya cinco años trabajando en esta exposición sin igual, y ha de emplear en ella por los menos otros tantos. No es de extrañar este tiempo si se considera que en la sala figurarán cerca de un millar de ejemplares, que hay que pintar fondos y componer paisajes, y que el artista no ha abandonado sus trabajos para el Museo de Chicago, con destino al cual está terminando un gran grupo de búfalos. (...)"

 

Clarence C. Rosenkranz pintando el fondo del diorama del antílope sable en 1933 (1).

 
La revista Alrededor del Mundo había tomado su información y reproducido alguna fotografía de American Museum Journal, la revista del Museo de Nueva York, que en mayo de 1914 había dedicado un extenso artículo generosamente ilustrado acerca del proyecto.
 
Parte de la financiación de la Sala fue proporcionada por Daniel Pomeroy, uno de los consejeros del American Museum y socio del también consejero J. P. Morgan (10), a cambio de su participación en las expediciones africanas del Museo. Akeley encontraría la muerte precisamente en la que se conoc como expedición Eastman-Pomeroy, en la fue copartícipe George Eastman, fundador de la Kodak Company, y uno de los mayores donantes de ejemplares para la Sala. En 1936 el adinerado William D. Campbell, consejero del AMNH, se ofreció a financiar varios dioramas a cambio de poder participar igualmente en las expediciones africanas que proveían de ejemplares al Museo.

El primer diorama que se terminó fue el de los gorilas. Akeley trabajaría en su proyecto hasta sus últimos días. En el momento de su fallecimiento, lo que acaeció en 1926 en el Congo, la Sala de África estaba inacabada. James Lippit Clark, asumió la dirección técnica de los proyectos del Museo, prosiguió con la Sala de África y la sala de Mamíferos de América del Norte (1925), y más tarde promovería nuevas salas con dioramas como la de Asia, la de Aves del Mundo o la de Vida en el Océano. Entre la plantilla de taxidermistas cabe destacar la presencia, además de Clark y de Jonas, de Robert Henry Rockwell. Las tareas de la Sala de África se interrumpieron brevemente después del fin de la Segunda Guerra Mundial. La Gran Depresión de 1929 ralentizó de nuevo el ritmo de los trabajos. 
 

Diorama del rinoceronte negro (1).

 
El primer pintor que trabajó en los fondos de los dioramas fue el reconocido William Robinson Leigh, que se instaló en 1906 en Nueva York a la vuelta de doce exitosos años de estudios en Múnich, Alemania (11). Más tarde, en 1924, el pintor Francis Lee Jaques, que en aquel tiempo regentaba un taller de taxidermia en Aitkin, Minnesota, y que trabajaba como empleado en los ferrocarriles, fue contratado como pintor de fondos y ayudante de Leigh. En 1933, el mismo año en que Osborn, presidente del AMNH, dejó su puesto, Clark contrató al artista James Perry Wilson para que ayudara a Leigh y a Jaques a pintar los paisajes de los dioramas. Wilson incluso mejoró la depurada técnica de Leigh, que sería despedido al año siguiente. Clarence C. Rosenkranz, fue otro de los artistas que trabajó durante aquel periodo en el Museo. En 1936 fue el pintor Robert Kane quien participó en la expedición a África del consejero Campbell con el objeto de dibujar bocetos para los últimos dioramas de la Sala, el de los rinocerontes negros y el del okapi. A su vuelta, Kane se incorporó al equipo de pintores.

El Akeley Hall en un cómic de 1946.
Como hemos comprobado, Akeley había proyectado una Sala de África con 40 dioramas, pero fueron finalmente 28 los que se construyeron. Akeley siempre se había referido a su proyecto como African Hall o Roosevelt African Hall. Cuando se inauguró el 19 de mayo de 1936, diez años después de la muerte del taxidermista, como homenaje el AMNH decidió denominar la sala Akeley African Hall o Akeley Hall of African Mammals. Además colocó una placa conmemorativa en recuerdo de su promotor, que hizo una "entrega ilimitada de sus energías, incluso de la vida misma". A la memoria del presidente Roosevelt el Museo le dedicaría en su momento la rotonda contigua a la Sala Akeley. Así pues, el Akeley Hall se estrenó sin que todos los dioramas estuvieran terminados, puesto que estos se irían inaugurando progresivamente entre 1920 y 1942, fecha en que se dio totalmente por concluido. Rockwell, colaborador de Akeley, se retiraría precisamente ese año 1942. 

El éxito de los hiperrealistas dioramas del Akeley Hall, algunos de ellos de gran formato, de hasta cinco metros de altura y siete de profundidad, aceleraron los planes para crear muchos más en otras salas del propio Museo, e inspiraron además y sirvieron de ejemplo, tal y como predijo Akeley, para que otros museos planearan montajes parecidos. Como muestra de la complejidad de esas ventanas panorámicas se suele citar el diorama de los gorilas del Congo, cuya ambientación precisó de la fabricación de 75.000 hojas y flores artificiales. Desde que se inauguró el Akeley Hall, como también pronosticó su promotor, un buen número de especies que en él se muestran se encuentan en extremo peligro de extinción y asimismo algunos de los escenarios han sido ya deforestados. La Sala de África es pues, además del monumento al continente soñado por su autor, un merecido homenaje a la vida y obra de Carl Akeley. Si tienen oportunidad, no dejen de visitarla.
 

Una vista general del Akeley Hall desde la balconada en 1964 (1).


Notas y créditos.-
(1) Imágenes cortesía del American Museum of Natural History, obtenidas de su web y del archivo público de su biblioteca digital.
(2) Akeley tituló así su libro en contraposición a In Darkness Africa (En el África más oscura, 1890), el libro del explorador Henry Morton Stanley.
(3) Akeley inventó la pistola de cemento proyectado y una cámara cinematográfica portátil.
(4) La conversión en metros sería una superficie de 18,30  por 46,30 metros, y una altura de 5,20 metros  en los laterales de la galería y de 9,15 metros hasta el centro del techo. El espacio abierto real sería de 18,30 por 35,35 metros.
(5) Fondos pintados.
(6) Montículos de roca caliza aislados en una llanura, abundantes en el sur de África. También se conocen por inselberg (del alemán), monadnock (en Estados Unidos) o montínsulas (en geología).
(7) Este artículo se refiere en un par de ocasiones a cinco elefantes, cuando tanto en el proyecto, los esbozos y la maqueta en plastilina que modeló Akeley mostraban un grupo de cuatro. Más abajo el mismo texto atribuye erróneamente la muerte de los cinco elefantes a Akeley.
(8) Varias publicaciones se han referido recurrentemente a la Sala Akeley como la Capilla Sixtina de la Taxidermia.
(9) Aquí se habla de "treinta y dos grupos panorámicos". Akeley imaginó inicialmente cuarenta dioramas y finalmente se acabaron construyendo veintiocho, algo más amplios. Con el paso del tiempo el proyecto original se fue modificando. Las imágenes del boceto y de la maqueta que acompañan este artículo muestran el proyecto inicial.
(10) Henry F. Osborn, el presidente del Museo, era sobrino del financiero J. P. Morgan.
(11) Leigh acompañaría a Akeley en su último viaje a África.

 
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Taxidermidades, 2016.


Bibliografía: 
---  La apoteosis del elefante. Una maravilla de la taxidermia , en Alrededor del Mundo, Madrid, 23 de agosto de 1915.
--- The Complete Book of African Hall , American Museum of Natural History, Nueva York, 1936.
Carl Akeley The autobiography of a taxidermist , en The World's Work , vol. 41, noviembre 1920-abril 1921, Dobleday, Page and Co., Nueva York, 1921.
Carl Akeley  In Brightest Africa , Garden City Publishing, Nueva York, 1923.
Michael Anderson   Chapter 5: 1934: Joining the American Museum of Natural History , en http://peabody.yale.edu/james-perry-wilson/chapter-5-joining-the-american-museum-of-natural-history. 
Mary Cynthia Dickerson  New African Hall Planned by Carl E. Akeley , en American Museum Journal, vol. XIV, nº 5, American Museum of Natural History, Nueva York, mayo de 1914.

Recursos:
Artículo El Museo Americano de Historia Natural de Nueva York en Taxidermidades.
Artículo Los grupos de elefantes de Carl Akeley en Taxidermidades.
Artículo Carl Akeley,  padre de la Taxidermia moderna en los Estados Unidos en Taxidermidades.
Artículo Carpeta de láminas en homenaje a Carl Akeley del Museo Field de Chicago en Taxidermidades.