El Museo Kircheriano.

En 1651 el aristócrata Alfonso Donnini legó su colección de antigüedades al jesuita Colegio Romano de Roma. Puso como única condición que pudiera ser visitada por el público. Fue el entonces profesor de Matemáticas, de Física y de lenguas orientales, el padre Athanasius Kircher, quien se ocupó de aquella donación, a la que añadiría un buen número de objetos tecnológicos, científicos, arqueológicos, objetos de Historia Natural suyos que había recogido durante sus expediciones a Sicilia y Malta, así como instrumentos musicales y máquinas creadas por él mismo. Se agregaron también numerosas antigüedades egipcias provenientes de la herencia del asimismo multidisciplinar estudioso y coleccionista francés Nicolas-Claude Fabri de Peiresc, a quien Kircher conoció durante su estancia en el colegio jesuíta de Aviñón. Kircher aprovechó además su privilegiada ubicación en Roma para aumentar aquel gabinete de curiosidades con objetos naturales y etnográficos exóticos gracias a sus contactos con compañeros de congregación destacados en misiones de ultramar.

Frontispicio de Romani Colegii Societatis Jesu Musaeum Celeberribum (1678).


   "8 de noviembre de 1644. Visitamos la iglesia de los jesuítas (...). Aquí el padre Kircher (profesor de matemáticas y de lenguas orientales) nos trató con particular cortesía, conduciéndonos al refectorio, al dispensario, al laboratorio, a los jardines, y finalmente (...) a su propio gabinete, donde con paciencia alemana nos mostró sus máquinas de movimiento perpetuo, catóptricos, experimentos magnéticos, modelos y un millar de otros mecanismos y rarezas, representadas posteriormente la mayor parte de ellas en un catálogo."
                                                                                    Texto extraído de The Diary of John Evelyn. 

Portada del catálogo del Museo de 1678.
En 1678 Giorgio de Sepi, ayudante de Kircher en temas de mecánica, publicó Romani Colegii Societatis Jesu Musaeum Celeberribum, el catálogo del gabinete, un volumen que alcanzaba las setenta y dos páginas y que contenía diecisiete láminas con grabados además de un buen número de ilustraciones insertadas entre el texto. En la imagen del frontispicio se representa al propio Athanasius Kircher mostrando la colección a dos visitantes en una sala en forma de L, bastante idealizada y magnificada, con las paredes repletas de cuadros -hasta ciento veintitrés-, estatuas y otros objetos artísticos, algunos de reconocidos pintores como Guido Reni y Gian Lorenzo Bernini. El museo, del que se desconoce su ubicación exacta aunque se cree que se alojaba en un ala del Colegio, la actual Biblioteca della Crociera, fue muy popular y recibió una gran afluencia de visitantes. Se cuenta que Kircher incluso mandó instalar un largo y discreto tubo acústico entre su estancia particular y el gabinete, para así percibir la llegada de visitantes que, para sorpresa de ellos mismos, eran recibidos en principio únicamente por una voz. 

"Ex Indiis et Mexico variorum animalium terrestrium, aereorum, ac aquaticorum exuviae, maxime avium mira colorum ac formarum vaga figura, rarae ac prorsus admirabiles ex Brasilia transmissae." 
   "De las Indias y México distintos restos de animales terrestres, aéreos y acuáticos, la mayoría pájaros de formas y colores maravillosos, raros y en conjunto admirables, llegados desde Brasil."

Ilustración del catálogo de 1678.
El catálogo de 1678 divide la sección Animalia distinguiendo entre aves, animales marinos y animales terrestres. Efectivamente, en el capítulo cuarto de la segunda parte se relacionan Apparatus Rerum Peregrinarum ex omnibus orbis pelagis collectus, cuya traducción aproximada sería Objetos extranjeros recogidos y provenientes de otros continentes. Esta sección comienza con la descripción de los objetos acuáticos del gabinete: una cola de sirena proveniente de las Islas Molucas; una branquia de ballena proveniente de Islandia; el morro de un pez espada; dos cocodrilos, uno de ellos "de quince palmos de longitud" donado a Kircher por el príncipe Juan Federico duque de Brunswick-Luneburgo -que aparece en el grabado del Museo a la izquierda pendiendo del techo-, y el otro una cría que apenas alcanzaba los dos palmos; estrellas de mar; una tortuga marina; una raya; un armadillo proveniente de México (1); un pez torpedo; conchas y caracoles marinos como púrpuras y otros de las familias Muricidae, Turbinidae, Trochidae o Pinnidae, además de ostras y corales. Entre los restos de animales terrestres se relacionan una iguana mexicana; un cuerno y una pezuña de alce; musarañas; tres cuernos de rinoceronte -por cierto, el texto descriptivo se acompaña de una ilustración inspirada en el célebre grabado de Alberto Durero-; dientes de hipopótamo; el esqueleto de un simio -reconocible en el grabado-; restos de un zorro gris; de un lince mejicano; y alguno otro no identificado. Finalmente, entre las aves, un pico de tucán; la piel de un ave del paraíso o un cuervo púrpura procedente de Brasil. Se añaden además otros sujetos zoológicos como el ala de un pez volador o un huevo de avestruz. La representación de Historia Natural se completaba con Mundi subterranei fructus, es decir, con un buen número de rocas y minerales.

A la muerte de Kircher en 1680 el museo conoció el abandono durante cierto tiempo hasta que se hizo cargo de la colección, ahora ya en otra ubicación, Filippo Buonanni, que en 1709 publicaría una segunda edición del catálogo en el que se enumeraban hasta sesenta y tres especímenes zoológicos (2). Aquel nuevo inventario certificaría la desaparición de algunos de los objetos; no obstante, con el tiempo, y gracias a las donaciones y ayudas que recibió, el museo se recuperaría y ampliaría sus colecciones. En 1773, tras la publicación por el papa Clemente XIV del breve Dominus ac Redentor que suprimía la Compañía de Jesús, el museo cerró y sus colecciones se dispersaron. Un buen número de objetos contribuyeron a fundar los museos vaticanos. En 1839 hubo un primer intento de recuperar de nuevo el Museo Kircheriano. Con la desamortización de 1874 el edificio del Colegio Romano se convirtió en un bien estatal y pasó a ser ocupado por el recién creado instituto de educación secundaria Liceo Ennio Quirino Visconti, por la Biblioteca Nacional, y una pequeña parte albergó los restos del Kircheriano. A finales del siglo XIX se consuma una nueva dispersión de los fondos entre varios museos romanos, entre los que se encuentra el traslado de la colección de Historia Natural a la Universidad La Sapienza. En la actualidad treinta y cinco museos tienen alguna pieza del Kircheriano primigenio. Casi todos los objetos originales se reunieron en el año 2001 con motivo de la exposición Athanasius Kircher S.J. - Il museo del mondo que tuvo lugar en el Palazzo Venezia. 

El actual Wundermusaeum del Liceo Visconti (3).

El 29 de abril de 2015 se inauguró en el Liceo Visconti, ubicado en el número 4 de la Piazza del Collegio Romano, el nuevo espacio denominado Wundermusaeum, donde sólo las copias en madera de los obeliscos romanos son originales del Museo Kircheriano. El resto, una esfera armilar, un telescopio, una linterna mágica, y algunos libros y piezas de Historia Natural, son objetos que se incorporaron en su mayoría al museo del Liceo a finales del siglo XIX y principios del XX, y que recrean el ambiente original. Entre los elementos de la naturaleza que pueden verse encontramos un cocodrilo, armadillos, esqueletos de animales terrestres y marinos, aves exóticas provenientes de Sudamérica y fósiles. El Wundermusaeum programa visitas concertadas las tardes de los jueves. Se puede reservar plaza hasta 48 horas antes a través del correo electrónico en la propia web del museo. 


Biografía de Athanasius Kircher. 

Athanasius Kircher.
Athanasius Kircher nació el 2 de mayo de 1601 o 1602 en Geisa, Turingia, Alemania. Era el menor de seis hermanos, hijos de Johannes Kircher, doctor en Filosofía y consejero del príncipe-abad de Fulda Balthazar de Dernbach, padre que, después de perder su empleo tras la abdicación de este último en 1570, se consagró a su familia y al estudio y la enseñanza. La precaria economía familiar condicionó el ingreso de la prole en diversas congregaciones religiosas con el fin de que, por expreso deseo paterno, pudieran estudiar. Entre 1614 y 1618 Athanasius aprende griego antiguo y hebreo en el colegio jesuíta de Fulda. En octubre de ese año ingresa en la misma orden en Paderborn donde compagina su noviciado con la profundización en el conocimiento de las Lenguas Clásicas, las Humanidades, las Matemáticas y las Ciencias Naturales. En enero de 1622 los jesuítas son expulsados de Paderborn y Kircher está a punto de perecer durante la huída en las heladas aguas del Rín (4). Estudia Filosofía en Münster y Colonia, en 1623 enseña Griego en Coblenza, y más tarde se traslada a Heiligenstadt para impartir clases de Física. Allí aprovechará su estancia en uno de los laboratorios mejor dotados de la época para ahondar en el estudio de esa disciplina. Durante el trayecto hacia Heiligenstadt atravesó zonas protestantes, lo que le causó algun incidente como aquel en el que un grupo de soldados a caballo lo obligaron a desnudarse y casi lo cuelgan de un árbol. A partir de 1625 es llamado a la corte del arzobispo-elector de Maguncia. En la capital de Renania-Palatinado, tres meses más tarde, se incorpora como profesor a la universidad. Estudia Teología y se interesa por la Astronomía; con la ayuda de un telescopio examina las manchas solares. En 1628 es ordenado sacerdote. Enseña Escolástica, Matemáticas y las lenguas hebrea y aramea en la Universidad de Wurzburgo, tarea que comparte con el estudio de las lenguas orientales y con la investigación científica. Su primera publicación Ars Magnesia sobre magnetismo data de 1631. En esa época toma contacto con la cultura egipcia con la que se volcará estudiando sus jeroglíficos.

Durante la Guerra de los Treinta Años se refugia en Aviñón, Francia, donde instala un observatorio astronómico y conoce al aristócrata, mecenas y también astrónomo Nicolas-Claude Fabri de Peiresc. En 1635 es invitado por Fernando II a la corte de Habsburgo en Viena para ocupar la plaza del fallecido matemático Johann Kepler. En una accidentada travesía se traslada en barco desde Marsella a Civitavecchia. A su llegada no pudo evitar la tentación de conocer Roma a donde se trasladó a pie, instalándose en el Colegio Romano que ya entonces era un destacado centro científico y artístico. Kircher permanecería en Roma hasta el final de sus días, en un primer momento como profesor de Física, Matemáticas y lenguas orientales. En 1636 es nombrado confesor del recién convertido al catolicismo soberano de Hesse-Darmstadt, a quien acompaña en su viaje por Italia, visitando Malta y Sicilia. A su vuelta en 1838 el Etna y el Strómboli entran en erupción, los dos viajeros son además testigos de un terremoto y de la destrucción de la isla de Santa Eufemia. Interesado también en el vulcanismo, en Nápoles Kircher remonta hasta la cima de un amenazante Vesubio y desciende a cuerda al interior del cráter.


Ilustración del catálogo, quasi copia del grabado del Rinoceronte de Durero de 1515.

A partir de 1646 es liberado de su tarea como profesor en el Colegio Romano y se consagra a la investigación y la escritura. La exploración de los fenómenos asociados a la luz ocupó buena parte de su vida: el ojo, las lentes, los espejos, la refracción... Diseñó relojes solares, creó un modelo de linterna mágica y el arpa eólica, un instrumento de cuerda que sonaba gracias a corrientes de aire, e inventó un megáfono, una máquina de calcular y un pantógrafo. Su máquina de movimiento perpetuo no llegó a funcionar. Kircher colaboró con el arquitecto y pintor Gian Lorenzo Bernini en el proyecto de la Fontana dei Fiume de Piazza Navona y dirigió la reconstrucción del obelisco traído del Circo Massimo. También compuso algunas piezas musicales.

Athanasius Kircher, uno de los más destacados multidisciplinares enciclopedistas del Barroco, publicó tratados sobre el arte de cómo pensar o acerca de la necesidad del establecimiento de un idioma universal (Novum hoc inventum quo omnia mundi idiomata ad unum reducuntur, 1660). Estudió la lengua china, la lengua copta y la aplicación de esta, sin resultado válido, al desciframiento de los jeroglíficos egipcios. Su reputación le valió incluso que en 1639 el alquimista Georgius Barschius, entonces propietario del Manuscrito Voynich -un texto que en la actualidad continua sin ser descifrado-, intentara que Kircher examinase aquellos extraños caracteres (5). 

La obra de Athanasius Kircher, que falleció en Roma el 27 de Noviembre de 1680, y que en su época llego a ser conocido como el maestro de los cien saberes, alcanza los cuarenta volúmenes y abarca, además de las disciplinas ya comentadas, la Química y la Medicina, y otras paraciencias como la cábala y el ocultismo. Kircher se interesó por la Medicina a raíz de la epidemia de peste de Nápoles y Roma de 1656, utilizando su microspcopio para examinar la sangre de los enfermos, llegando a observar "pequeños gusanos", y concluyendo en su Scrutinium Pestis (1658) que eran los portadores de la enfermedad y recomendando además medidas preventivas. Un libro suyo curioso es Arca Noae (1675), dedicado al Arca de Noé, que incluía grabados en los que recreaba tanto la construcción del arca como la distribución del alojamiento de los animales en su interior, concluyendo que las especies animales actuales no son más que la adaptación natural postdiluviana, es decir, no son más que el resultado del cruce entre aquellos cincuenta pares de animales, que el autor enumeraba. 

Ilustración de Romani Colegii Societatis Jesu Musaeum Celeberribum (1678).

Notas y créditos.-
(1) No se trata de un error, efectivamente lo incluye entre los animales acuáticos.
(2) Buonanni, sucesor de Kircher como conservador del museo, publicó la primera guía ilustrada  para coleccionistas de conchas y caracoles y está considerado como uno de los precursores de la malacología. 
(3) Fotografía de Luigi Coli/F3Press publicada en el periódico La Repubblica el 30 de abril de 2015.
(4) Durante su infancia sorteó la muerte por vez primera. Una rueda de molino lastimó sus piernas.
(5) Barschius primero le envió una muestra y más tarde se negó a venderle el libro a Kircher. Tras la muerte del primero en 1665, su amigo Johannes Marcus Marci, rector de la Universidad Carolina de Praga, no dudó en enviar el Manuscrito a Kircher, que parece que, o no lo investigó o no obtuvo conclusiones. El Manuscrito permaneció en la biblioteca del Colegio Romano hasta 1912, fecha en que lo adquirió Wilfrid M. Voynich.


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Taxidermidades, 2016.


Bibliografía: 
William Bray  Memoirs Illustrative of the Life and Writings of John Evelyn , Henry Colburn, Londres, 1818. 
Eugenio Lo Sardo  Athanasius Kircher. Il Museo del Mondo, Ufficio Centrali per i Beni Achivistici, Ministeri per i Beni e le Attività Culturali, de Luca, Roma, 2001.
Oliver Impey y Arthur MacGregor (edit.) The Origin of Museums. The Cabinet of Curiosities in Sixteenth- and Seventeenth-Century Europe , House of Stratus, Thirsk , 2001. 
Patrick Mauriès  Cabinets de Curiosités , Gallimard, París, 2002. 



Recursos:
Página web del Wundermusaeum del Liceo Ennio Visconti.
Artículo Los Gabinetes de Curiosidades en Taxidermidades.
Artículo El gabinete de curiosidades de Ulisse Aldrovandi en Taxidermidades.
Artículo El gabinete de Francesco Calzolari en Taxidermidades.
Artículo El "Teatro de la Naturaleza" de Ferrante Imperato en Taxidermidades.
Artículo El Museo de Ole Worm en Taxidermidades.
Artículo El gabinete de curiosidades de los Tradescant en Taxidermidades. 
Artículo El gabinete de Manfredo Settala en Taxidermidades.
Artículo El Museo Cospiano en Taxidermidades. 
Artículo "Museum museorum" (1714) de Michael Bernhard Valentini en Taxidermidades.