Pliego de papel dibujado por el taxidermista Eusebi Verdiell a mediados del siglo XIX. |
En ocasiones la compra de un libro depara alguna sorpresa: la firma de alguno de sus anteriores propietarios, un sello, inscripciones a lápiz, pasajes subrayados, cuartillas con anotaciones, hojas de plantas o flores prensadas, e incluso una vez hallé una carta manuscrita del propio autor de la obra. Para el bibliófilo ese dichoso suceso supone un regalo añadido. Me ocurrió cuando llegó a mis manos Manual del naturalista disector (1833), la traducción de Santiago de Alvarado y de la Peña de la segunda edición del exitoso Manuel du Naturaliste Préparateur (1828) de los naturalistas franceses Pierre Boitard y Emmanuel Canivet. En el reverso de la portada del ejemplar su primer propietario había anotado la inicial de su nombre y su apellido, "E. Verdiell", una identidad que me resultaba familiar. En la guarda de la contraportada había adherido un pliego de papel fino, casi cebolla, de un tamaño de 42x25,5 centímetros, que contenía treinta y cinco dibujos trazados con pluma, algunos sombreados a lápiz, representando un buen número de herramientas y diferentes fases del disecado de varios animales. Es la lámina que encabeza este artículo. La ortografía de los textos de esa hoja coincide con la firma del principio y, por lo tanto, debemos pensar que el responsable de los dibujos debió ser el tal E. Verdiell.