"Todas estas operaciones se acaban de realizar con un ejemplar magnífico que estos días ha quedado expuesto en las vitrinas del Museo madrileño. Nos referimos a un toro, un hermoso toro, espléndidamente regalado por el señor duque de Veragua (1). Supo este ilustre ganadero que en el Museo Británico de Londres se exhibía un ejemplar de toro de lidia español y se apresuró a ofrecer a nuestro Museo espontáneamente uno de su ganadería. No pudo el duque ver realizado su propósito, porque le sorprendió la muerte; pero, enterado su hijo, el actual duque, ratificó el ofrecimiento, y, puesto de acuerdo con el director del Museo, se convino en que el jefe del Laboratorio de Taxidermia, con personal a sus órdenes, fuera a la dehesa a hacerse cargo del animal.Previamente se hicieron fotografías de Verdejo, que así se llamaba la res, y un boceto de barro, para que estos elementos sirvieran de base de estudio para el montaje. Luego, el mayoral de la vacada mató a Verdejo de un certero balazo en el codillo, procediéndose a quitarle la piel allí mismo.Puede decirse que Verdejo ha sido un toro afortunado, pues su figura atraerá las miradas de muchísimas personas y será admirado sin haber padecido el suplicio que a los toros de lidia se les impone en la plaza."
José María Benedito Vives (Valencia, 1873- Madrid, 1952) se había incorporado en 1907 a la plantilla del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid como Disecador. Desde el fallecimiento de su padre en 1899 se había convertido en el cabeza de familia. En 1908 su madre y sus hermanos se trasladarían desde Valencia hasta Madrid. José María promovió que su hermano menor Luís se incorporara al taller de Taxidermia del Museo y poco después convenció al entonces Director Ignacio Bolívar para que lo becase con 350 pesetas mensuales con el propósito de ampliar sus estudios taxidérmicos en museos extranjeros.
Luis Benedito Vives (Valencia, 1885-Madrid, 1955) se trasladó en 1911 a Leiden, Países Bajos, y meses más tarde a Leipzig, Alemania, donde ejercía el que se convertiría en su maestro, Hermann H. ter Meer. Este último, que pertenecía a otra saga de taxidermistas ubicada en el Museo de Leiden, había pasado por el Museo de Berlín donde perfeccionó su técnica dermoplástica y conseguido una plaza en el Museo de Leipzig en 1907. Luis Benedito se mudó a Leipzig en otoño de 1911 para aprender junto a ter Meer. En aquel periplo visitó museos de Francia, Bélgica, Holanda y Alemania. A su regreso en 1912 Luís se enfrentaría al montaje de Verdejo, su primer trabajo en el Museo de Madrid empleando la dermoplastia. Durante su estancia en Leipzig Benedito había montado pequeños mamíferos y junto a ter Meer un antílope caballo que en la actualidad también se expone en el Museo de Ciencias Naturales. En esta ocasión Benedito, poseedor ahora de la plaza de Escultor Taxidermista, acometería el montaje sólo y con alguna ayuda ocasional de su hermano o de algun asistente, y parece que el reto lo superó con éxito.
El reportaje titulado La Taxidermia en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, al que pertenece el fragmento que encabeza el presente artículo, se publicó en la revista Blanco y Negro el día 15 de febrero de 1914, fue firmado por Nemo, pseudónimo del artículista Francisco de Montoliu Togores, y se acompañaba, entre otras, con cinco fotografías del proceso de montaje de este toro que son las coilustran este artículo. La técnica de la dermoplastia la describió así Montoliu (2):
"Lo primero que preocupa a un taxidermista cuando recibe un ejemplar para su preparación es la piel. Ha de empezar por medirla exactamente, poniendo en esta operación la mayor escrupulosidad, pues de ella depende el éxito de su labor, ya que la piel debe ajustarse con toda exactitud al modelo que para ella se haga, quedando en las mismas condiciones en que estaba sobre el animal al cual perteneció.Medida la piel, es necesario prepararla y ponerla en condiciones de conservación mediante un curtido concienzudo. Si así no fuera, la posibilidad de que la piel se estropease desluciría todo el trabajo del preparador, a quien interesa que el ejemplar preparado por él dure el mayor tiempo posible.Durante el montaje debe estar la piel húmeda y flexible, para que se pueda probar sobre el modelo cuantas veces convenga, hasta obtener el ajuste perfecto.Atendida la piel como queda indicado, el taxidermista ejecuta a tamaño natural un dibujo que sirve como de plano y guía para la construcción del modelo. En el dibujo se fija ya la posición que ha de tener el animal, y se traza el armazón que sirvió de base al trabajo de modelado. Siempre que sea posible, el operador debe estudiar en vivo los movimientos y las actitudes del animal; y cuando por tratarse de ejemplares poco corrientes, no fuera fácil tal estudio, es preciso auxiliarse de las fotografías. Hoy, gracias al interés que en el extranjero, especialmente en Inglaterra, Alemania y los Estados Unidos, inspiran estos asuntos, es fácil obtener buenas fotografías de casi todos los animales conocidos.Con el dibujo por base, y perfectamente a escala, se hace luego un boceto pequeño de barro o de plastilina (3), que más que un boceto es el modelo en pequeño. Cuando se termina y responde a todos los cálculos y proporciones, puede decirse que lo más importante está hecho, pues para hacer el modelo definitivo no hay más que que ampliar el boceto, operación muy sencilla relativamente, pues no exige grandes esfuerzos de imaginación.Cuando se llega a este punto, es decir, cuando quedan terminados los trabajos de preparación, se procede a montar el modelo de tamaño natural. La primera operación es calcar sobre una tabla la silueta del plano que se dibujó al principio; pero no toda la silueta, sino la caja del cuerpo. En esta silueta, debidamente recortada, se fijan cuatro varillas de hierro, armazón de las cuatro patas, que se forjan con arreglo al trazado del plano. Los extremos de las varillas se fijan a un tablero, base o pedestal, con objeto de dar al conjunto la fortaleza necesaria para que soporte el peso de la materia con que se ha de moldear el animal. Para que el modelo no resulte muy pesado se reviste el armazón de tela metálica, sobre la cual se hace el modelado. El éxito de la labor restante depende ya del talento artístico del taxidermista y de sus conocimientos anatómicos, que deben ser profundos. En el modelo han de acusarse con igual vigor que en la naturaleza músculos y tendones después de la última operación, que es cubrirlo con la piel. Labor es esta bastante difícil y requiere agilidad y destreza para que no se seque la piel antes de quedar fijada y para que se adapte exactamente al modelo, conseguido lo cual se procede a coserla de modo de disimular todo lo posible las costuras. En cuanto se seca la piel, puede exponerse el trabajo en las vitrinas de la colección zoológica a que haya sido destinado."
La detallada descripción de Montoliu obviaba no obstante los materiales empleados por Luis Benedito en el modelado de la escultura a tamaño natural de Verdejo. Una crónica sobre el Museo de Ciencias Naturales aparecida el 18 de diciembre de 1912 en la revista Alrededor del Mundo, poco más de un año antes, nos ayuda a completarla. A ella pertenece el siguiente fragmento que firmaba Miguel Medina:
"Además del personal de plantilla hay actualmente un disecador pensionado para naturalizar, es decir, para disecar grandes animales por el procedimiento de la dermoplastia, que consiste en hacer con escayola y turba picada una escultura del animal y cubrirla con su piel, de tal suerte, que en vez de resultar un animal feo a veces, por la falsedad de las formas, resulta una verdadera obra de arte. El día de mi visita estaban preparando un tigre de la India y trazando los gálibos para disecar por el procedimiento mencionado, un magnífico toro de lidia regalado por el duque de Veragua."
El esqueleto de este toro se preparó aparte y su descripción por José María Benedito Vives se conserva en los archivos del Museo. El toro de Veragua, ciertamente un trabajo muy realista, cien años después sigue conservándose con muy buena salud en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Entre los meses de noviembre de 2013 y abril de 2014 cambió temporalmente de domicilio. Fue una de las piezas que se trasladaron al Museo del Prado con motivo de la exposición temporal Historias Naturales, una propuesta del artista Miguel Ángel Blanco. No ha sido la única ocasión. Anteriormente, entre los años 1929-1930 Verdejo se trasladó a Sevilla para ser expuesto en la Exposición Ibero-Americana. Luis Benedito se encargó de representar al Museo en Sevilla mientras que su hermano José María hizo lo propio en la Exposición Universal de Barcelona de aquel mismo año 1929.
Verdejo no fue el primer toro que representó al museo madrileño. Con motivo de la Exposición Universal de París del año 1867, el duque de Veragua, presidente de la comisión encargada de organizar la presencia española en la muestra, solicitó al Museo de Ciencias Naturales que enviara piezas representativas de la colección. Manuel Sánchez Pozuelo, disecador segundo del Museo que además ejercía con cierto éxito como taxidermista privado en el número 44 de la calle Mayor de Madrid, aprovechó para mandar junto con las del Museo tres piezas de su propiedad, entre las que se encontraba "un toro de plaza, disecado y con la divisa de la ganadería", que suponía Agustín J. Barreiro, historiador de la institución, "fuese la del Duque de Veragua". Barreiro añadía que "en cuanto al toro, solicitó precio del mismo la Comisión de Prusia, siendo tasado por su dueño el disecador Sánchez Pozuelo en quinientos duros. No fue vendido".
(1) Cristobal Colón de la Cerda Gante, decimoquinto duque de Veragua, falleció en 1910, y fue su hijo Cristobal Colon Aguilera quien hizo efectiva la donación.
(2) El articulista ya vio a Verdejo terminado. Las fotografías fueron las tomadas por el personal del Museo durante el proceso de montaje y el texto con el procedimiento recoge las explicaciones de Luis Benedito al periodista.
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Taxidermidades, 2016.
Bibliografía.-
Agustín J. Barreiro El Museo Nacional de Ciencias Naturales (1771-1935), Colección Theatrum Naturae, Ed. Doce Calles, Aranjuez, 1992.
Miguel Medina El Madrid que estudia. El Museo de Ciencias Naturales , en Alrededor del Mundo, nº 707, Madrid, 18 de diciembre de 1912.
Francisco de Montoliu Togores "Nemo" La Taxidermia en el Museo Nacional de Ciencias Naturales , en Blanco y Negro, nº 1187, Madrid, 15 de febrero de 1914.
Recursos:
Artículo La familia Benedito, saga de taxidermistas en Taxidermidades.
Artículo El elefante africano del Museo de Ciencias Naturales de Madrid en Taxidermidades.
Artículo El Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid en Taxidermidades.
Artículo El Grupo de Abejarucos, obra de José María Benedito Vives en Taxidermidades.
Artículo El taller de Taxidermia del Museo de Madrid en 1928. Imágenes inéditas en Taxidermidades.
Artículo Herman H. ter Meer, el dermoplástico más reconocido en Taxidermidades.
Artículo Testimonio de agradecimiento de Luis Benedito a Ter Meer por su hospitalidad en Taxidermidades.
Artículo La dinastía ter Meer en Taxidermidades.
Artículo El Museo de Historia Natural de Leipzig en Taxidermidades.
Artículo Philipp Leopold Martin, iniciador de la dermoplastia moderna en Taxidermidades.
Artículo El Museo de Historia Natural de Berlín en Taxidermidades.
Artículo La reunión de los "Artistas Dermoplásticos" del año 1933 en Berlín en Taxidermidades.
Artículo Materiales de relleno. Del henchido de la piel a los maniquíes de poliuretano en Taxidermidades.
Artículo Edith Dietze ter Meer, la "sobrinita" holandesa de Luis Benedito en Taxidermidades.
Artículo Exposición de homenaje a los Benedito en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid en Taxidermidades.
Artículo "Naturalezas recreadas". Catálogo de la exposición de homenaje a los Benedito en Taxidermidades.
Artículo "El taxidermista, el duque y el elefante del museo", un álbum de Ximena Maier en Taxidermidades.