La humorística sección de ecos de sociedad Busca, buscando del diario barcelonés La Vanguardia, que bajo el seudónimo de Juan Buscón firmaba el periodista Ezequiel Boixet Castells, publicaba el 9 de septiembre de 1892 un texto donde lamentaba la, a su juicio y con cierto tufo de misoginia, excesiva atención que recibían algunas mascotas por parte de sus propietarias, que comenzaba con el siguiente relato:
"En Londres se ha suicidado, tomando una dosis de arsénico suficiente para reventar a tres personas, una señora que había experimentado la inmensa desgracia de perder a su perro favorito, en medio de circunstancias singularmente dolorosas.
A lo que parece, una mañana desapareció el animal de su hogar doméstico, burlando la vigilancia de su ama y de los criados. ¿Qué motivos tenía el fugitivo para abandonar una morada en donde era tratado a cuerpo de rey, mimado como una princesa, donde todos sus caprichos, inclusos los más inconvenientes, los más shokings eran tolerados y aun celebrados como gracias? No se ha sabido hasta el presente. Quizás el deseo de ver mundo; de gozar de lo nuevo y de lo imprevisto; de saborear el fruto prohibido; quizás una aventura amorosa concertada con alguna perra del vecindario.... El caso es que Deck no apareció y que a pesar de las investigaciones de su desolada ama y de dos criados que salieron a recorrer el barrio no fue posible encontrar las huellas del animalito.
Mistress P. apeló incontinenti al recurso usual en tales casos. El Times, el Standard, el Daily News y todos los diarios de gran circulación de la Metrópoli anunciaron el extravío del cuadrúpedo y la promesa de una regia recompensa al que lo reintegrare en su domicilio. Ese medio que tan pocas veces sale fallido, no dio empero ningún resultado. Pasaron varios días sin que la afligida dueña supiera nada del paradero de su adorado Deck. Por fin recibió una esquelita concebida poco más o menos en los siguientes términos: "Diversas circunstancias me han impedido hasta la fecha devolveros el perro que perdisteis. Mañana sin falta estará en vuestro poder."
Mistress P. esperimentó el alegrón que mis lectores pueden imaginar. Supongo por mi parte que pasaría una noche en vilo, mezclada de júbilo y de impaciencia. Al día siguiente se levantó probablemente muy tempranito esperando la vuelta del can pródigo y su corazón le dio un salto en el pecho cuando después de oir el timbre de la puerta, vino a decirle una camarera no menos emocionada: Señora, Deck está en las escaleras, parece que no se atreve a pasar adelante.
- ¡Pobre ángel mio! teme sin duda que le riñan...
Fue corriendo la dama, vio en efecto al perrito que seguía inmóvil en un peldaño, le cogió entre sus brazos para besuquearlo y lo soltó al punto dando un alarido horrible.
¡El animal estaba disecado!
Aquel mismo día la dama se emponzoñó.
De fijo que el autor de aquella mala pasada -autor desconocido todavía- no presumiría que el lance tendría tan trágicas consecuencias. Cuanto a mí declaro con franqueza que no puedo lamentar la muerte de una mujer que se ha matado por un perro y que ha dejado huérfanas a dos hijas."