El breve manual de preparación de aves de Richard Avis.


Ilustraciones de herramientas y de "una rama de laurel recién cortada en diciembre".


Un manual tan breve como lo será el espacio que aquí le dedicaremos. De las cuarenta y ocho páginas de Bird-Preserving, Bird-Mounting and the Preservation of Birds’ Eggs. Whith a chapter on Bird-Catching (1870), un librito escrito por el británico Richard Avis cuyo título (1) deja más que claro objeto y sujeto, solamente dieciséis se ocupan de los procedimientos taxidérmicos.

"Hare Conditioned" (1945), corto de dibujos animados de Bugs Bunny.

"Qué hay de nuevo, viejo?"


"Ta-xi-der-mia?"  lee  un despistado Bugs al cruzar la puerta de su nueva sección (1).


Bugs Bunny está empleado como reclamo publicitario en la sección de cámping de los grandes almacenes Stacey's (2). Tras la hora del cierre, cuando Bugs se dispone a zamparse una bien merecida zanahora, su jefe le comunica que, finalizada la campaña de verano, ha decidido trasladarlo a otra sección, la de Taxidermia. El gerente le aclara a un desconcertado Bugs que lucirá espléndido... una vez disecado. Bugs ensaya una posible pose en la peana que le tienen reservada e inmediatamente comienza la tradicional persecución, esta vez con escopetas, disfraces y ascensores.

El "Gigante Extremeño" y el Museo del doctor Velasco.

El Gigante Extremeño disecado, entre dos maniquíes (1).
Como suele suceder con algunos personajes singulares, alrededor de la figura de Agustín Luengo Capilla (1849-1875), el que se conoció como el Gigante Extremeño, se fue creando y alimentando una leyenda, en buena parte sin elementos contrastables que permitan confirmar muchas de las circunstancias que la conforman. Dicha leyenda, construida y mantenida a partir de la tradición oral, y aumentada por algunas notas sensacionalistas publicadas en prensa y dadas por válidas, se referiría a un personaje efectivamente muy alto, que se ganó la vida permitiendo ser exhibido en circos y barracas de ferias andaluzas, bebedor y mujeriego, que viajó a Madrid -se afirma que el rey le regaló un par de botas-, y que llegó a un acuerdo en vida con el siniestro y famoso doctor Pedro González de Velasco, por el que este se comprometía a abonarle una renta vitalicia a cambio de disponer del cuerpo de Agustín cuando falleciera, lo que ocurrió meses después. El doctor Velasco acabaría mostrando un año más tarde el cuerpo disecado de Agustín Luengo -eso sí es cierto, nos encontramos en el siglo XIX- en un lugar preferente de su museo.

Edith Dietze ter Meer, la "sobrinita" holandesa de Luis Benedito.


Edith posa sobre una escultura de su padre (1).


 
En el reverso de la fotografía su protagonista, bastantes años más tarde, escribiría a lápiz:
   "Edith Dietze (con 11 años)
Leipzig ca. 1915.
Encima de una morsa dermoplástica (2) (todavía sin piel)
de H. H. ter Meer
en su estudio."

Testimonio de agradecimiento de Luis Benedito a Ter Meer por su hospitalidad.

 "Si tuviera que expresar todo el sentimiento de admiración, gratitud y cariño que guarda mi alma por la noble y hospitalaria familia del Señor ter Meer podría llenar este libro elogiando, sincera y justamente, su elevada caballerosidad y su exquisita cortesía. Pero mi profundo agradecimiento llegaría al egoísmo, si, al escribir más de lo que discretamente debo, privara del derecho a los que detrás de mí podrán, también, dar fe de la generosidad de sentimientos y del espíritu delicado y culto de esta hidalga familia.
   Cinco meses he vivido en este hogar de harmonía y de felicidad. Las bondades y las atenciones con que aquí me distinguieron han sido tantos y tan delicados, que llegaron a no hacerme sentir la nostalgia de mi Patria, ni el sufrimiento que siempre me produjo el estar separado de los míos.
   A la virtuosa y distinguida Señora de ter Meer, ejemplo de esposa buena y de madre celosa y tierna, todo mi respeto e intenso reconocimiento por los solícitos y maternales cuidados que tuvo con este impertinente huésped.
  
Agradecimiento manuscrito de Luis Benedito a la familia Ter Meer (1).