Rafael Dieste publicó Historias e invenciones de Félix Muriel en su exilio de Buenos Aires en 1943, y no fue hasta 1974 cuando se publicó en España. El cuento El loro disecado, deliciosa, fantástica y misteriosa historia, incluída en Historias e invenciones, comienza así:
"En su tienda de Efectos Navales y Similares (los “similares” eran, entre otras cosas, alpargatas, trajes de mecánico, abonos químicos y sulfatos para las viñas), don Ramón tenía un loro disecado. Estaba muy serio, y prendida a una pata y a la alcándara tenía una cadenita como si fuese un loro vivo y pudiera escaparse. De modo que los que lo veían por primera vez se le acercaban y decían:- Dame la patita, lorito real…O cualquier otra cosa de las que hay que saber para hablar con un loro.Pero aquel no decía nada. Era don Ramón si estaba de buen humor, el que algunas veces respondía por él.- ¡Qué loro más raro! –exclamaba entonces el visitante o cliente-. Habla sin abrir el pico, y hasta parece que suena en otro lado. Parece aquel de la chistera que vino una vez con los monifates.- Sí, es ventrílocuo –explicaba don Ramón.Otras veces decía:- Está dormido, no le moleste.O bien:- No tiene ganas de hablar. Está pensando, recordando… Tiene derecho al silencio. Hablemos nosotros. ¿Qué le parece el nuevo alcalde?- Señor –le respondió una vez un campesino que había ido por sulfato-, tengo derecho al silencio.Bien –respondió don Ramón-, entonces ya sé lo que piensa. Lo mismo que yo. De acuerdo, de acuerdo.
Un día llegó una señora que parecía una cotorrita, pero no disecada, sino muy viva, diligente y locuaz. Era la madre de la maestra nueva y muy amiga del alcalde nuevo, como lo fue después de todos los sucesores mientras tuvo aliento. Iba a comprar hilo de red para hacer una bolsita de red, en la que luego ya veríamos lo que se metía. Más grueso. Más delgado. Un poco más grueso, por favor. No tanto. Un poco más delgado. Y luego se puso a hablar con el loro. Pero este ni palabra.- Está un poco triste –decía don Ramón-. Insista usted, señora, a ver si lo anima.Y la señora insistía:- Rico, rico, remece el pico. El Rey de Portugal…Por fin don Ramon se acercó al loro, lo examinó con aire de galeno, y dijo moviendo la cabeza:- Señora, llega usted en un momento un poco fúnebre. ¡Pobre! Ya me extrañaba a mí esta descortesía.- ¿Qué pasa?- Está muerto.- ¿Muerto?- ¡Muerto!- ¡Horror! –graznó la señora-. ¡He estado hablando con un loro muerto! –Y se fue haciendo cruces.Estas y otras cosas se contaban en casa. Mejor dicho, las contaba mi padre y, claro, mucho mejor que yo.
(…)"
En esas últimas dos frases es el mismo Félix Muriel quien nos descubre la estructura del cuento. Se trata de una narración dentro de otra, en la que Félix da cuenta de la confesión de don Ramón, un marinero jubilado que regentaba una tienda de Efectos Navales, acerca de su relación con la mujer de un hotelero de Amberes y la muerte de esta y de su esposo. La historia nos da a conocer el origen del loro disecado de la tienda, que mientras vivió en el hotelito de Amberes con sus amos invitaba a entrar a los transeúntes con un "Passez, messieurs et dames. En avant s'il vous plaît", en español "Pasen señores y señoras. Adelante por favor", que como recuerdo de aquella mujer don Ramón se quedó con el loro, y que cansado de su repetitiva cantinela a los pocos días lo mató y lo mandó disecar.
La responsable de la edición consultada, la profesora Estelle Irizarry, nos descubre en la introducción libro que este relato se basa en una situación repetida con frecuencia en las antiguas leyendas gallegas, la de una hermosa dama prisionera de un tirano, gigante o mouro. Dicha introducción nos proporciona alguna clave más:
“El recuerdo de este cuento parece ser una maldición que encadena a don Ramón a su pasado, tal como la cadena sujeta al loro disecado aunque no hay ningún peligro de que se escape. El loro es un antiguo símbolo mensajero o del alma y curiosamente, conlleva estas mismas connotaciones en El loro disecado, al convertirse en mensajero de las gracias póstumas de la mujer hermosa y llevar la voz de ella, trascendiendo el tiempo y la muerte como si fuera su alma.”
Tras el estudio preliminar de Irizarry, nos encontramos con Antecedentes de El loro disecado (Sucedido), que no es otra cosa que el relato -un cuento más- de la experiencia real inspiradora del autor escrita por él mismo:
"Amberes. Carmen y yo buscamos habitación en algún hotelillo que esté cerca del puerto y desde cuyas altas ventanas puedan verse los negros vaporcitos que cruzan el río empenachados de humo y las gaviotas sobre el cielo gris. Es el atardecer. Yendo hacia el puerto, atravesamos la plazoleta de la catedral que en aquel momento hace sonar sus carillones. En alguna esquina luce una lámpara votiva al pie de una virgencita.El puerto, grandes paredones negros, luces rojas, silvos de un tren desesperado. Hallamos por fin el hotelillo que parece cumplir nuestro deseo. Está sobre un atrio al que hay que subir por unas escalerillas. Es una casa estrecha y alta, con muchos balconcitos. Acaso esté desalquilado alguno de los más altos. Subimos las escalerillas del atrio y empujamos la puerta vidriera, que da paso a un cafetín desierto. Nadie sale a recibirnos, pero una voz amable repite con cortés insistencia:-Passez, messieurs et dames. Passez messieurs et dames.Avanzamos, pero la voz con su insistencia nos desorienta.-Passez, messieurs et dames.¿Hasta dónde?Pero cuando es mayor nuestra perplejidad, aparece un hombre enlutado, con aire meláncólico, al cual sin duda no pertenece la voz pues era de señora, e informado de nuestro deseo contesta inclinándose y abriendo los brazos.-Lo siento mucho, pero desde que ella ha muerto, quiero decir mi esposa, no admito huéspedes.
Volvió a sonar la voz: "Passez, messieurs et dames", y entonces ya percibimos inequívocamente que era la de un loro. Con una rápida mirada en torno pudimos descubrirlo antes de marchar, como el refilón en el fondo de un espejo. Algunos años después hemos vuelto a Amberes. Y nos ha acometido un extreño deseo de repetir la experiencia: empujar la puerta de cristales, entrar en el cafetín desierto y oír la voz embalmada de la extinta reina del hotelillo. Repetimos nuestro itinerario, llegamos y empujamos la puerta, casi con pavor. No hay nadie o al menos no descubrimos a nadie en el primer momento. Pero tampoco se oye voz alguna. Por fin, detrás de un pupitre, envejecido y pálido descubrimos al dueño, tan absorto que no alza la cabeza, y no lejos de él, inmóvil en su alcántara, el loro disecado. Sin despegar los labios contemplamos un instante la sala silenciosa y volvemos a salir la puerta con sigilo."
Biografía de Rafael Dieste.
Rafael Dieste. |
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Taxidermidades, 2019.
Bibliografía:Rafael Dieste Historias e invenciones de Félix Muriel , en la colección Letras Hispánicas, nº 233, Cátedra, Madrid, 1985.
Recursos:
Artículo El loro de Gustave Flaubert. Los loros de Julian Barnes en Taxidermidades.
Artículo "Mi amigo Perico", relato humorístico de Rafael García Santisteban en Taxidermidades.
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