La Taxidermia, una actividad artesana practicada mayormente de forma individual en un pequeño taller, como sucede en otros sectores, es un oficio que no permite dedicar mucho presupuesto a publicidad. Por contra, algunas empresas que alcanzaron cierta entidad sí se anunciaron en prensa u otras publicaciones, hecho que contribuyó a su crecimiento y reconocimiento. Los reclamos que reproduzco a continuación son una selección de algunos de los siglos XVIII y XIX.
El primer anuncio de un taxidermista -en aquella época todos eran disecadores- del que tengo conocimiento es el siguiente de Luis Enequin, que como reza en el texto había estudiado Bellas Artes en la Real Academia de San Fernando. Allí debió coincidir con Francisco de Eguía y Arrese, también de origen vasco, y con el valenciano Juan Bautista Bru de Ramón, los primeros taxidermistas que trabajaron en el Real Gabinete de Historia Natural. En aquella época la Real Academia y el Real Gabinete compartían edificio, el madrileño Palacio de Goyeneche, y fueron varios los alumnos de la primera que se incorporarían al segundo. Eguía falleció en 1777 a los pocos meses de ocupar la plaza de disecador, siendo sustituido por Bru, y cabe la posibilidad que Enequin aspirara a la vacante. En cualquier caso, lo que demuestra el anuncio que publicó La Gaceta de Madrid el 24 de junio de 1777 es que Luis Enequin se puso por cuenta propia ofreciendo sus servicios a particulares.