El sueño del Taxidermista (2017) de Javier Garcés (1). |
El artista Javier Garcés, pintor y escultor, me visitó a mediados de 2016. No nos conocíamos. Tenía el encargo de dibujar una abubilla y, como lo hace siempre del natural, me pidió si disponía de alguna y si le permitiría dibujarla. La propuesta suponía tan sólo dejarle un pequeño espacio de trabajo. Una más. Por la peculiaridad de mi oficio con cierta frecuencia recibo proposiciones similares y la respuesta suele ser la misma. Trabajo solo, me organizo a mi manera, me incomoda compartir mi espacio. A Garcés también le dije que no. Le sugerí que preguntara en el cercano Museo Darder de Banyoles. Quizá allí aceptarían. Tiempo más tarde le pediría disculpas.
El jabalí con su modelo. |
Semanas después del primer encuentro Garcés volvió a visitarme. Me mostró una fotografía de la abubilla que dibujó en el Darder. Una preciosa ilustración a lápiz muy realista de un ejemplar con el cuello muy largo, una postura inverosímil, algo desplumado y en un estado lamentable. Garcés me comentó que durante su anterior visita se le había ocurrido un proyecto de grandes dimensiones, también realizado a lápiz, en el que representaría a un dormitante taxidermista rodeado de animales disecados que cobraban vida. Aquella estropeada abubilla del Darder no estaba a la altura de este buen artista, pensé. Acepté su propuesta. Le dejaría un rincón de la tienda y algunos ejemplares para que los dibujara a su ritmo. Imaginó algunas de las primeras piezas que podría trasladar al papel, y antes de marcharse subimos al primer piso donde le enseñé la abubilla de la colección. Todavía tengo mala conciencia.
La abubilla terminada. |
"Creo que las dos actividades tienen la misma finalidad: describir vida; sólo que, donde tu empleas escamas, plumas, pelo y ojos de vidrio, yo pongo el dibujo."
Javier Garcés.
En febrero de 2017 Garcés empezó a dibujar la primera pieza de su cuadro, un jabalí saltando. Durante siete meses alternó sus sesiones en mi exposición de taxidermia con otras en el Museo Darder, ejemplares de ambas colecciones mezclados, unos recientes y otros centenarios. El tamaño de la obra, 270 por 405 centímetros, dividida en tres paneles, obligaba al artista a desenrollar y volver a enrollar sus cartulinas en cada una de las sesiones, que se prologaban durante horas. Al jabalí le sucedió la abubilla volando, el abejaruco, una comadreja de pie, una culebra, un corzo joven, una liebre, un cangrejo americano, una garduña. Las piezas de menor tamaño las dibujó en su propio taller.
Javier Garcés coloreando el abejaruco. |
Lo tituló El sueño del taxidermista. El disecador -el modelo fue un compañero de universidad de Garcés- lo dibujó simplemente a lápiz negro mientras que los especímenes lo están con lápices de colores y representados fielmente al mínimo detalle: plumas, pelos, ojos... Como le comentaría a Garcés meses más tarde, su escena dibujada había sido imaginada al menos en un par de ocasiones con anterioridad. Le mostré un grabado estadounidense de 1874 y una fotografía estereoscópica de la misma época. Tiempo después Garcés me confesaría que había imaginado su obra con los animales en un movimiento centrífugo alrededor del taxidermista y que después de ver esa estereofotografía pasaría a dibujar a la mayoría de los animales restantes en movimiento centrípeto hacia el humano. Sobre esa coincidencia temática escribí La recurrente siesta del taxidermista aquí en Taxidermidades.
Garcés trabajando en la liebre invirtiendo la imagen con un espejo. |
Garcés terminó su empeño en agosto. No sería hasta más de año y medio más tarde cuando expuso por vez primera El sueño del taxidermista. Fue a finales de enero de 2019 en el Museo Darder de Banyoles, protagonizando una exposición temporal.
Autorretrato, grabado. |
Créditos.-
(1) Fotografía de Javier Almar.
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Taxidermidades, 2020.
Recursos:
Artículo "The Taxidermist's After-Dinner Dream" ilustración publicada en Harper's Weekly en Taxidermidades.
Artículo La recurrente siesta del taxidermista en Taxidermidades.