¿Sabías que...? Preguntas y respuestas sobre Taxidermia. Primera entrega.



¿S
Girolamo Fabrici.
abes quién es el disecador más antiguo conocido cuya obra todavía perdura
(1) ?

                 Se trata del médico y profesor de Anatomía y Cirugía en Padua Girolamo Fabrici d'Acquapendente (1533-1619), quien montó hacia 1602 el hipopótamo que sigue expuesto en la actualidad en el Museo de la Universidad de Pavía. El ejemplar fue capturado en el Nilo en 1600 por el cirujano Federico Zerenghi. El dibujo del animal disecado se incluyó como grabado en De quadripebus (1637) del naturalista Ulisse Aldrovandri.
 
 
 
 
   ¿Sabías que el autor de un texto con técnicas taxidérmicas fue espía y agente doble?
 
Carta de Bancroft con mensajes entre líneas (2).
   Se trata de Edward Bancroft (1744-1821), médico y negociante, autor de Un ensayo sobre la Historia Natural de la Guayana (1769), donde describe los métodos de disecación de aves de los nativos de aquella colonia. Bancroft se amistó en Londres con Benjamin Franklin, asimismo agente colonial, quien en 1773 lo reclutó como espía americano. Fue intérprete en las primeras  y fallidas conversaciones para que los franceses apoyaran la independencia de los Estados Unidos. No muy partidario de dicha emancipación, Bancroft fue reclutado como espía inglés. A petición de Franklin, participó en las segundas negociaciones de los norteamericanos con Francia. Mientras duraron las conferencias de París, Bancroft informó semanalmente a Londres mediante misivas camufladas como cartas de cortesía, escribiendo entre líneas con tinta invisible.
 
 

"Der Conservator" (1845) de August Vollrath Streubel.

Portada del libro.
En 1845 el naturalista alemán August Vollrath Streubel publicó Der Conservator oder praktische Anleitung, Naturalien aller Reiche zu sammeln, zu conserviren und für wissenschaftliche Zwecke, wie auch zum Vergnügen aufzustellen, que traducido al español vendría a ser El conservador o guía práctica para recoger y conservar especímenes naturales de todos los reinos, tanto con fines científicos como por placer. El subtítulo en portada proseguía Un libro auxiliar de autoaprendizaje para profesores de escuelas, predicadores rurales, tutores privados y todos aquellos que quieran crear colecciones de objetos naturales de forma oportuna, sin gasto innecesario de tiempo y dinero. Editado en base a nuestra propia experiencia y con tablas para facilitar la determinación de los minerales y plantas, etc. Su propósito estaba claro.
 
La obra, de 396 páginas sin ilustrar, está dividida en tres partes, la primera dedicada al reino mineral, la segunda al vegetal y la tercera a los especímenes zoológicos. Esta última, a su vez subdividida en dos, la consagrada a la preparación y conservación de especímenes y preparaciones anatómicas en alcohol, y las colecciones zoológicas conservadas "en seco", es decir, las de gusanos, insectos y moluscos, las osteológicas, las de huevos y pieles de aves, y finalmente las de de aves y mamíferos montados. Las obra de referencia que sobre nuestro objeto cita Streubel ya en la introducción son Taxidermie de Johann Friedrich Naumann, publicada en 1815, y Manuel du naturaliste préparateur (1825) de Pierre Boitard. Sin citar título y fecha de esta segunda obra, Streubel emplaza al lector a la traducción al alemán de la misma de Theodor Thon de 1827, reeditada "deficientemente", dice, en 1837. Del libro de Boitard Streubel opina además que "el librito" es un verdadero "vademecum".
 

Fragmento de "Cañas y barro", novela de Vicente Blasco Ibáñez.

El tío Sangonera (1).
Escrita en 1902 por Vicente Blasco Ibáñez, Cañas y Barro está ambientada en la Albufera, la conocida laguna de agua salobre de Valencia. A través de su protagonista, el perezoso Tonet y de la saga que inició su abuelo en El Palmar, la novela, centrada en la relación amorosa de su protagonista con Neleta, describe los cambios de finales del siglo XIX.
 
El tercer capítulo de esta clásica de la literatura española, en el que Tonet prefiere verse con Neleta y emborracharse con sus amigos, antes que trabajar,  contiene el siguiente fragmento donde aparece un disecador:
   "El tío Toni antes bondadoso, era ahora exigente, como el tío Paloma, al ver crecido a su hijo, y Tonet, como bestia resignada, iba arrastrado al trabajo. Su padre, aquel héroe tenaz de la tierra, era inquebrantable en sus resoluciones. Cuando llegaba la época de plantar el arroz o de la recolección, el muchacho pasaba el día en las tierras del Saler. El resto del año pescaba en el lago, unas veces con su padre y otras con el abuelo, que le admitía de camarada en su barca, pero jurando a cada momento contra la perra suerte que hacia nacer tales vagos en su familia.
   Además, el muchacho veíase impulsado al trabajo por el hastío. En el pueblo no quedaba nadie con quien entretenerse durante el día. Neleta estaba en Valencia, y sus antiguos compañeros de juegos, crecidos ya como él y con la obligación de ganarse el pan, iban en las barcas de sus padres. Quedaba Sangonera; pero este tuno, después de la aventura de la Dehesa, se alejaba de Tonet, recordando la paliza con que había agradecido el abandono de aquella noche.

El "autoicono" del filósofo inglés Jeremy Bentham.


El autoicono de Jeremy Bentham en su vitrina original (1).


No se trata de un caso de antropotaxidermia el del célebre filósofo que vio cumplido su deseo de que a su muerte su cuerpo fuese conservado a modo de autoicono. Pero su historia es bastante curiosa.

Jeremy Bentham (Londres, 15 de febrero de 1748-6 de junio de 1832), además economista y escritor, fue un niño prodigio. De una acomodada familia de juristas, con tres años ya leía libros y con cinco estudiaba latín y francés y tocaba el violín. Estudió en Westminster School y cuando contaba doce ingresó en la Universidad de Oxford donde estudió Derecho. Con diecinueve años comenzó a ejercer como abogado pero abandonó pronto la práctica jurídica para dedicarse a tiempo completo a tareas intelectuales, la escritura de tratados proponiendo reformas sociales. En su más influyente obra, Introducción a los principios de la moral y legislación (1789), proclamaba: