El auge que vivió la Taxidermia durante el siglo XIX prosiguió hasta la década de los setenta del siglo XX. A partir de entonces su práctica, coincidiendo con los gustos sociales, se estabiliza e incluso comienza un lento declive. Por otra parte, si bien Francia lideró el crecimiento de la Taxidermia desde mediado el siglo XVIII hasta mitad del XIX, tomando Alemania el relevo, es Estados Unidos durante el siglo XX el país que concentra los mayores progresos.
El grupo de elefantes iniciado por Akeley en el Akeley Hall of African Mammals del Museo de Nueva York (1). |
La aparición de nuevos materiales fue dando lugar a una naciente industria proveedora de los taxidermistas comerciales, lo que conllevó cierta estandarización y pérdida de parte del proceso escultórico artesano en los montajes de mayor tamaño y un notable abaratamiento de los costes. A finales del siglo XIX la mayoría de taxidermistas, sobretodo aquellos que trabajan en museos, montaban la piel de los grandes mamíferos sobre una pesada escultura revestida con una capa de escayola, se trataba de una técnica costosa conocida como dermoplastia. Durante la última década de dicho siglo Carl Akeley innovó con el que décadas más adelante, ya en pleno siglo XX, se denominaría método esculturodérmico, consistente en, mediante el empleo del moldeo y desmoldeo, confeccionar una escultura hueca de papel maché. Quizá fueran otros antes, pero podemos considerar a la empresa familiar Jonas Brothers, fundada en 1908 en Denver, Estados Unidos, de la que formó parte Louis Paul Jonas, alumno aventajado de Akeley, como pionera de la industria proveedora y responsable de numerosos avances. Los Jonas fabricaron y vendieron a gran escala maniquíes de papel maché de toda clase de animales, y fueron ellos quienes a partir de los años cincuenta comenzarían a distribuir maniquíes huecos de fibra de vidrio. Durante el siglo XX también se emplearon maniquíes huecos confeccionados con arpillera y yeso, más pesados que los anteriores; y algunos disecadores no obstante siguieron montando las pieles de los mamíferos sobre los tradicionales perfiles revestidos de viruta envuelta en hilo. A lo largo del siglo se ensayaron además otros materiales como el corcho (2) o a finales de los sesenta el poliestireno, pero no fue hasta la década de los setenta, con el empleo y comercialización masiva de los maniquíes de espuma de poliuretano, económicos, ligeros, modificables y adaptables, cuando se halló un material aceptado unánimemente. La fabricación de ojos de vidrio se perfeccionó hasta lograr la perfección absoluta, y la industria -el registro de patentes fue abundante- se volcó también en ofrecer un extenso catálogo que abarcaba, entre otros, orejeras, lenguas y bocas completas de plástico, réplicas de resina de partes de animales, herramientas y todo tipo de artilugios e innovaciones, no siempre exitosos.
Insistiendo en los aspectos técnicos, el montaje de pequeños animales no sufrió grandes cambios, se siguió confeccionando un cuerpo ficticio con el alambre central y viruta o estopa o algodón e hilo. Se mantuvo hasta bastante avanzado el siglo el tradicional baño curtiente al alumbre (4) para las pieles de los mamíferos de mayor tamaño, a la vez que se fueron adoptando curtidos más profesionales basados igualmente en agentes curtientes alumínicos. En el caso de los preservativos para pieles de pequeños mamíferos y aves, durante las primeras décadas del siglo se siguió empleando con profusión el nocivo para la salud jabón arsenical, ello hasta que el taxidermista estadounidense Leon Luther Pray, empleado en el Museo Field de Chicago, se convirtiera al empleo del bórax (5) -descubierto como conservante hacía ya varias décadas en Inglaterra- e iniciara su exitoso apostolado divulgándolo en numerosas publicaciones a partir de 1940. Poco más de dos siglos después de su creación, el jabón arsenical terminaría prohibiéndose en Francia en 1960.
Los
grandes museos, que ya habían reunido vastas colecciones, abandonaron
progresivamente la inversión en preparación de especímenes, las
plantillas de taxidermistas se redujeron, e incluso algunos externalizaron
las nuevas preparaciones. En las necesarias renovaciones de los espacios
expositivos la Taxidermia, que históricamente había sido la única
opción de que disponían los museos para aproximar parte de la naturaleza
a la ciudadanía, fue perdiendo terreno en favor de modernas alternativas
tecnológicas, visuales e interactivas, de acuerdo con los tiempos. Entre los destacados nombres propios que trabajaron en museos cabe citar a los hermanos Remi y Joseph Santens que se incorporaron a la plantilla del Carnegie Museum de Pittsburgh en 1906 y 1907 respectivamente. A Hermann H. ter Meer júnior
que en 1907 ingresó como preparador en el Museo del Instituto Zoológico de la
Universidad de Leipzig y se convirtió en un referente y en el principal
divulgador de la técnica dermoplástica, llegando a promover en 1933 la reunión fundacional en Berlín de la Deutsche Künstlervereinigung der Museumsdermoplastiker (DEUKÜMUS), la Asociación Alemana de Artistas Dermoplásticos de Museos. Un discípulo suyo, Luis Benedito Vives, se incorporó en 1908 al Museo de Ciencias Naturales de Madrid. En 1909 Carl Akeley se trasladó del Museo Field de Chicago al Museo Americano de Historia Natural de Nueva York. En este último vio aprobada su propuesta de creación de la gran Sala de África e inició de inmediato el montaje del gran grupo de elefantes que la presidiría. Akeley falleció no obstante en el Congo Belga en 1926 sin ver sus proyectos terminados. Su grupo de cuatro elefantes (6) conocido como The Alarm sería concluido en 1919 por sus colaboradores, James Lippit Clark y Louis Paul Jonas. La Sala de África, rebautizada como Akeley Hall, denominada por su monumentalidad en algunas publicaciones como la Capilla Sixtina de la Taxidermia, se terminó en 1942.
La publicación de manuales de Taxidermia se sigue sucediendo, aunque estos son cada vez de menor interés para el aficionado a la historia de esta materia. Por su autoría destaca Taxidermy (1913) del ya mencionado Leon Luther Pray, discípulo de Akeley en el Field de Chicago, un exitoso manual que se reeditaría durante décadas y que se revisaría en 1943 recomendando ya a partir de esa fecha con éxito el bórax como sustituto del tradicional y peligroso jabón arsenical. Hacia 1935 aparece también en Estados Unidos Modern Taxidermist, longeva revista editada por Joseph Bruchac que alcanzaría -ya en declive a causa de la competencia- hasta el año 1986, fecha de la muerte de su editor. Un último hito en este apartado de publicaciones lo protagonizó en 1903 James William Elwood que fundó en Omaha, Nebraska, la Northwestern School of Taxidermy, una academia de enseñanza a distancia que permanecería abierta durante todo el siglo XX y con cuyos cuadernos Lessons in Taxidermy aprendieron a disecar más de un millón de estadounidenses. La iniciativa de Elwood sería imitada con éxito, sino plagiada, en España a partir de la década de los años cuarenta, enseñando Taxidermia por correspondencia a miles de españoles.
Entre los montajes taxidérmicos de esta centuria destacan precisamente los grupos de elefantes de Akeley. Su primer grupo de dos ejemplares The Fighting African Elefants del Museo Field de Chicago, terminado en 1909; y el ya mencionado The Alarm que no pudo concluir en el Museo de Nueva York. También los excelentes dioramas del Akeley Hall del mismo museo. Y por concluir con el museo neoyorquino, en su Sala de Mamíferos Americanos destaca particularmente el diorama Manada de lobos a medianoche (1947) obra del taxidermista George N. Adams, del pintor James Perry Wilson y del ambientador Raymond DeLucia. Por su perfección impresiona el popular gorila Bobby (1936) del Museo de Berlín, obra de Karl Kästner y Gerhard Schröder, uno de los mejores ejemplos de trabajo dermoplástico de la escuela alemana, y en cuya terminación se practicó además la novedosa técnica de parafinado parcial que dotó de un impresionante realismo a la obra convirtiéndola en una de las grandes obras maestras de la Taxidermia. En España Luis Benedito termina en 1914 el montaje de Verdejo, el toro de Veragua y en 1930 el elefante africano; y su hermano José Maria Benedito, especialista en aves, concluye en 1920 su grupo de Abejarucos.
Algunos de los animales con nombre propio que se inmortalizaron durante este siglo fueron Cher Ami, la paloma mensajera heroína de la Primera Guerra Mundial; Huberta, la hipopótamo errante sudafricana; Hachikō, el famoso perro japonés que esperó durante diez años a su amo fallecido, que se conserva en el Museo de Tokio; Rota, el león que recibió como regalo Winston Churchill; Belka y Strelka, las primeras perras cosmonautas soviéticas que orbitaron la Tierra en 1960 y que regresaron sanas y salvas, en la actualidad expuestas en el Museo de la Cosmonáutica de Moscú; y Sparkie Williams el periquito parlanchín inglés de los años cincuenta que fue entrevistado en la BBC.
Manada de lobos a medianche (1947), diorama del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York (1). |
En cuanto a manifestaciones culturales la Taxidermia aparece en numerosas obras literarias. Encontramos disecadores en obras de Pío Baroja (Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox, 1901), Maurice Genevoix (Raboliot, 1925), Rafael Sánchez Ferlosio (Industrias y andanzas de Alfanhuí, 1942) o Thomas Bernhard (Corrección, 1975). También en el cine, arte propio del siglo XX. El mejor ejemplo es Alfred Hitchcock que los incluyó en el telefilme La cápsula del tiempo de West Warlock (1957) y en las películas El hombre que sabía demasiado (1956) y Psicosis (1960). Hitchcock es en buena parte el responsable de haber creado el cliché del taxidermista como un tipo atormentado, raro, sospechoso o siniestro, estereotipo reproducido frecuentemente por otros creadores.
Notas y créditos.-
(1) Imágenes propiedad del American Museum of Natural History obtenidas de su web.
(2) Es el caso del elefante Punch del Museo de Toulouse montado Philippe Lacomme a partir de una estructura de madera revestida de corcho.
(3) Colección del autor.
(4) Mezcla de agua, alumbre y sal. El alumbre de roca es un sulfato con propiedades curtientes.
(5) Bórax es el nombre comercial de Tetraborato de sodio.
(6) Años más tarde el grupo de elefantes se ampliaría hasta contar los ocho ejemplares actuales.
(7) Fotografía cedida por Hanno Zelis, sobrino-nieto de Hermann H. ter Meer.
(8) Imagen propiedad del Museum für Naturkunde Berlin.
(9) Fotografía de Laika ac/Wikimedia Commons.
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Taxidermidades, 2022.
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