Los leones devoradores de hombres de Tsavo (1). |
Entre marzo y diciembre de 1898 dos leones de Tsavo, subespecie cuya una de sus características es la ausencia de melena, mataron y devoraron a decenas de trabajadores durante las obras de construcción de un puente ferroviario sobre el río Tsavo, a medio camino entre Mombasa y Nairobi, en la entonces denominada África Oriental Británica, la actual Kenia, de la línea Uganda Railway promovida por la Compañía Británica Oriental de África del Este. La obra estaba a cargo del ingeniero y teniente coronel de la Armada británica John Henry Patterson.
A pesar de haber construido vallas con arbustos espinosos alrededor del campamento, de tenderles trampas y de tratar de emboscarlos, durante meses los leones sortearon todos los obstáculos y regularmente por la noche se introducían en las tiendas y arrastraban a los trabajadores fuera de ellas para devorarlos. Finalmente Patterson consiguiría abatir el primer león el 9 de diciembre de 1898, empleando un asno amarrado como cebo. El relato de este suceso que el propio cazador hace en su libro The Man-eaters of Tsavo (1907) describe que un primer disparo hirió el animal en los cuartos traseros y que escapó, que durante la noche regresó, que él lo esperó y que durante el intento de abatirlo definitivamente el león persiguió al militar disparándole este varias veces, que el animal huyó, y que a la mañana siguiente, al seguir el rastro lo encontró muerto con cinco heridas de bala.
Tres semanas más tarde, el 29 de diciembre, Patterson localizó en las llanuras y abatió el segundo león, que en principio recibió también cinco disparos. El relato cuenta que el animal quedó malherido pero con fuerzas para revolverse y contraatacar, y que dos disparos más, en el pecho y en la cabeza, acabaron con la vida del felino. La historia obtuvo notable repercusión e inclusó fue referida en un pleno del Parlamento británico. El presidente de los Estados Unidos Theodore Roosevelt, que conoció la historia de mano de su amigo el explorador Frederick Courteney Selous,
lamentó que esta no se plasmara en un libro para que fuera recordada.
Años después Patterson publicaría su libro con prefacio de Selous.
Patterson ordenó curtir las pieles, que empleó como alfombras en su domicilio londinense durante más de dos décadas. En 1924 acudió al Museo Field de Historia Natural de Chicago para impartir una charla sobre sus vivencias con los leones devoradores. Tras visitar las colecciones y recibir una entusiasta acogida, el militar ofreció al Field los restos de las dos fieras, que los adquirió por 5.000 dólares. A pesar de no estar en buenas condiciones, el Museo optó por montar las pieles y reconstruir disecados los dos leones, que en la actualidad se muestran junto a sus cráneos originales. Las medidas de los ejemplares expuestos son menores que las facilitadas por el propio cazador en su libro debido a la merma que sufrieron las pieles causada por haber sido empleadas como alfombras. Las que proporcionó Patterson fueron 2'95 m. de largo y 1'14 m. de alto el primer ejemplar, y 2'90 m. de largo y 1'19 m. de alto el segundo.
Las pieles efectivamente no llegaron en muy buen estado a Chicago. El encargado de reconstruir los animales fue el taxidermista Julius Friesser, que consiguió extraer los cráneos de las alfombras y se vio obligado a montar los animales en posturas que disimularan los defectos y la falta de piel. El diorama proporcionaría gran éxito al Museo a finales de los años veinte, debido en parte a la memoria colectiva de la historia real.
En su libro Patterson afirma que los leones terminaron con la vida de 28 culís indios "y decenas de desafortunados nativos africanos". Años más tarde el propio militar afirmaría que fueron alrededor de 135 las víctimas. Investigaciones científicas recientes, que analizaron por medio de firma isotópica el colágeno óseo y la queratina del pelo de los restos de los animales, sugieren que cada ejemplar consumió alrededor de una decena de humanos, concluyendo que las víctimas apenas debieron superar la treintena.
Los ataques de los leones no fueron los únicos contratiempos que Patterson se vio abocado a resolver. Las tensiones entre trabajadores africanos e indios, y una tremenda inundación que cortó el suministro de material y víveres y que puso a prueba lo construido, amenazaron la continuidad del proyecto. El
libro de Patterson describe además otros ataques de leones en los que
el militar intercedió, entre ellos los que recibieron los trabajadores
de la estación de Kima de un ejemplar que terminó siendo cazado tiempo más tarde.
El puente se terminó en febrero de 1899. Desde entonces la zona se conoce como Man-Eater's Camp. En julio de 1915, durante la Primera Guerra Mundial, el viaducto fue destruido en una de las ofensivas del ejército alemán. Más tarde se reconstruiría.
La conducta devoradora de hombres de estos leones también ha sido objeto de varias teorías recientes, cuyas hipótesis aluden a un brote de peste bovina que en 1898 forzó a los felinos la búsqueda de fuentes de alimento alternativas; a que los leones se habían acostumbrado a atacar las caravanas de esclavos que atravesaban el Tsavo en su camino hacia Zanzíbar; o bien que las cremaciones de los culís hindúes fallecidos atrajeron a los animales. Una última hipótesis apuntaría a la infección de un diente canino que presenta uno de los ejemplares como causa de que se acostumbraran a obtener presas fáciles que apenas ofrecían resistencia.
El relato de Patterson inspiró a la industria del cine. Varias películas se basan en él como Men Against the Sun y Bwana Devil, ambas de 1952; Killers of Kilimanjaro (1959) protagonizada por Robert Taylor; The Ghost and the Darkness (en España Los demonios de la noche, 1996), protagonizada por Michael Douglas; y Prey (2007).
Un tercer ejemplar carente de melena, el conocido como el león devorador de hombres de Mfuwe, comparte espacio con los anteriores en el Museo Field. Se trata de un ejemplar de gran tamaño, de 3'2 metros de largo, una altura de 1'2 m. y un peso estimado de 249 kilos, abatido en 1991 por el cazador Wayne Allen Hosek en el valle del río Luangwa, Zambia. Se cuenta que acabó con la vida seis habitantes de Mfuwe, el principal asentamiento del valle, y que después de causar su última víctima se paseó por la calles de la población rugiendo y portando una bolsa de ropa sustraida del domicilio del muerto, lo que llevó a creer a los habitantes que el animal encarnaba el demonio o un hechicero. En 1998 Hosek plasmó en un manuscrito sus impresiones y las circunstancias de su captura.
Créditos.-
(1) Fotografía de John Weinstein propiedad del Museo Field de Historia Natural de Chicago.
(2) Imágenes incluídas en el libro de Patterson.
(3) Fotografía propiedad del Museo Field, que Patterson incluyó en su libro.
(4) Fotografía de Gary Todd/Wikimedia Commons.
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Taxidermidades, 2022.
Bibliografía:
Wayne Alles Hosek The Man-eater of Mfuwe , (manuscrito) , 1998. Disponible en pdf en http://archive.fieldmuseum.org/exhibits/exhibit_sites/tsavo/mfuwe_story.pdf .
John Henry Patterson The Man-eaters of Tsavo and Others East African Adventures , Macmillan & Co., Londres, 1907. (libro electrónico)
Artículo El Museo Field de Historia Natural de Chicago en Taxidermidades.
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