Frank Blake Webster, taxidermista y comerciante de Historia Natural.


El primero de los edificios de Webster en Hyde Park (1).


Frank Blake Webster nació el 16 de junio de 1850 en Pawtucket, Rhode Island, Estados Unidos. En 1867, tras graduarse en la Academia Militar de Highland en Worcester, Massachusetts, trabajó como administrativo en una empresa mercantil mientras que por las tardes aprendía Taxidermia, estudiaba ornitología y recogía especímenes. El propio Webster se refiere a aquella época en el número de noviembre de 1890 en la revista Ornithologist and Oölogist, escribiendo en tercera persona:
Frank Blake Webster en 1890 (1).
   "En el año 1867, con vistas a la empresa, retomó el estudio de la rama de la taxidermia. Noche tras noche de madrugada, cortejó la familiaridad con el bisturí y los rellenos. Tras siete años de aprendizaje, en 1874 prestó especial atención a los materiales de trabajo precisos, se dictaron planes y al año siguiente se estableció el Almacén de Suministros a Naturalistas y se publicó el primer catálogo con el nombre de
A. L. Ellis & Co., Pawtucket, R. I., el interés comercial de quien escribe en aquel momento no justificaba el uso de su nombre. El negocio se impulsaba con energía, dedicándose sólo por las tardes a ello. En 1883 William J. Knowlton, sucesor de Brewster & Knowlton, una antigua y conocida empresa de Boston, deseando dedicar su atención a las piedras preciosas, ofreció la venta de sus existencias y del negocio de todos sus departamentos excepto el mencionado. El trato se cerró y el negocio se dirigió a Pawtucket, siguiendo un rápido desarrollo, y al año siguiente se consideró conveniente que quien escribe le dedicara [todo] su tiempo. En aquel momento, Aldrich & Capen, taxidermistas de Boston, ofrecieron la venta de su empresa, existencias, comercio y buenas ganancias, lo cual fue aceptado, prosiguiendo el negocio en ambas ciudades bajo el nombre de Ellis & Webster. Durante más de un año fue así, lo que conllevaba viajes diarios de aproximadamente 100 millas. Al final, el negocio de Pawtucket se trasladó a Boston y quien suscribe adquirió la paricipación de A. L. Ellis (ya fallecido). Se hizo evidente la necesidad de más espacio, y tras deliberarlo mucho se seleccionó Hyde Park, a siete millas de Boston. Se aseguró un lugar en la estación de Hazelwood (Hyde Park), línea de Boston a Providence, del Old Colony Railroad, a veinte minutos de Boston, con trenes funcionando a todas horas. Durante el verano se levantó el primero de una serie de edificios que seguirán, si la demanda lo requiere. El edificio del museo, del que se presenta un grabado muy conocido, está frente al ferrocarril, y por la atención de los miles de rostros que lo miran desde  los trenes que pasan continuamente, evidentemente es una de las características destacadas de la localidad. La parte superior es una única sala donde se almacenan especímenes de todas partes del país, mamíferos, aves, cabezas, curiosidades terrestres y marinas, alfombras, pieles, cuernos, astas, huevos, nidos y todo lo relacionado con la venta de ejemplares de historia natural. Están  seleccionados con el mayor esmero de ofertas de coleccionistas, y abarcan aquellos que requieren tanto científicos como aficionados, museos y escuelas, despachos y salones, continuamente renovados, recibiendo y siendo enviados. Actualmente está abierto para clientes, pero se están haciendo preparativos para en un año abrirlo al público. El piso bajo se emplea ahora como sala de trabajo, oficina y almacén. Las instalaciones son las necesarias para llevar a cabo los intercambios y las ventas. Llevar la empresa hasta su estado actual ha precisado de un trabajo constante e incesante. En ocasiones se han desatendido algunos departamentos en detrimento de otros, pero sólo de forma temporal.
Logotipo de A. L. Ellis & Co. de alrededor de 1880.

   No menos importante esfuerzo supremo ha sido la publicación de The Ornithologist and Oölogist, una revista hoy día no superada por publicaciones de su naturaleza, gracias a los esfuerzos conjuntos de aquellos cuyos nombres aparecen en sus páginas, un terreno común en el que todos nos encontramos.
   Creyendo que la amistad y la familiaridad son características importantes que conducen al éxito del negocio que me siento inducido a ofrecer a mis clientes, deseo que el esbozo anterior sirva para que puedan entender cuál ha sido mi objetivo. Agradeciendo su amable apoyo en el pasado, les entrego mis nuevas listas."

Catálogo de 1895.
Y aprovechaba Webster, espíritu comercial obliga, para adjuntar a la revista su catálogo de productos para 1890.
 
Retomamos su biografía en el punto en que en 1875 cofundó A. L. Ellis & Co. en Pawtucket. Como él mismo afirmaba, su trabajo en otro lugar desaconsejaba incluir su apellido en la nueva empresa. En 1883 los reconocidos taxidermistas bostonianos Elwyn Andrew Capen y Pertia W. Aldrich, socios de Capen & Aldrich, vendieron su negocio a Webster, que mantuvo abierto el local del 409 de Washington Street, convirtiéndolo en sucursal. Aldrich permanecería durante breve tiempo como encargado de la sección de Taxidermia.

 
Webster en 1867 en su primer taller de Pawtucket (1).

 
En 1884 Webster abandonó efectivamente su primer empleo para dedicarse profesionalmente a tiempo completo al comercio de Historia Natural. La empresa pasó a denominarse Ellis & Webster. Aquel año adquirió la revista Ornithologist and Oölogist al editor Joseph Marshall Wade, una publicación que mantendría viva hasta 1893, y que en 1886 fue adoptada como órgano oficial de la Asociación de Taxidermistas y Naturalistas de Massachusetts. De su matrimonio con Sarah Carpenter nació Frank Ellis Webster, que se incorporaría en la última época del negocio trabajando como secretario.

 
Anuncio de 1884 de Ellis & Webster (2).

 
En 1885, tras el fallecimiento de su socio A. L. Ellis, la empresa se redenominó Frank Blake Webster Co. y se estableció en Hyde Park. Comenzaba una década de esplendor convirtiéndose en un almacén de Historia Natural bastante conocido entre los naturalistas de la época. Entre septiembre de 1885 y noviembre de 1886 Webster publicó Practical Taxidermy mediante 15 entregas en Ornithologist and Oölogist, un proyecto que anunció se reunirían en un libro, pero que no llegó a concretarse. 
 
En junio de 1889 se fundó la Liga de Ornitólogos de Massachusetts. Entre sus promotores había algunos taxidermistas. Webster fue nombrado presidente, Charles Johnson Maynard de Boston, vicepresidente, y, entre otros, algún conocido más como Charles Keller Reed de Worcester, vocal. La Liga de Ornitólogos de Massachusetts, de corta vida, rivalizó con la Unión Americana de Ornitólogos, editora de la revista Auk. 
 
En 1891 Webster trasladó la sucursal de Boston del 409 de Washington Street al número 7 de Franklin Street, una ubicación que terminó clausurando al año siguiente, replegándose a una única sede, la principal de Hyde Park. 

 
Anuncio de Frank B. Webster Co. de 1894 (3).

 
En 1897 el barón Walter Rothschild encomendó a Webster la organización de una expedición de recolección a las Islas Galápagos. Entre 1897 y 1898 la conocida como Expedición Webster-Harris, de la que formó parte el ornitólogo Rollo Beck, recogió un gran número de tortugas -120 vivas- y aves terrestres, llegando incluso a descubrir una nueva especie de cormorán, el Pahlacrocorax  harrisi, bautizado así en honor de Charles Miller Harris, taxidermista del museo privado de Rothschild en Tring, Inglaterra.
 
Results in Taxidermy (1905).
En 1905 editó Results in Taxidermy, un libro sin apenas texto que contiene 159 ilustraciones, de las que 140 corresponden a reproducciones de fotografías de "especímenes montados entre 1867 y 1905". En 1919 Webster fue uno de los miembros fundadores de la Sociedad Americana de Mamaólogos.

Entre 1907 y 1923 editó The Taxidermist. En total fueron tan sólo ocho números y era más un boletín comercial 0 catálogo de productos que una revista propiamente dicha. En la quinta entrega de 1910 incluyó un capítulo ilustrado de su Practical Taxidermy publicado años antes en Ornithologist and Oölogist, concretamente el dedicado al desollado de aves. El último número aparecería en septiembre de 1923, diez meses después de la muerte de Webster. La empresa debió cerrar por aquella época. La posguerra mundial la afectó económicamente.
 
The Taxidermist.
La oferta de la Frank Blake Webster Co. era amplia. Además de especímenes disecados y alfombras de piel, ofrecía huevos y pieles de aves, nidos, y durante un tiempo minerales, corales, esponjas y erizos marinos,
material entomológico y botánico, libros de Historia Natural; y material para taxidermistas como herramientas, ojos de vidrio, peanas artificiales, maniquíes de cabezas en papel maché para montaje de alfombras, escudos de madera para trofeos de caza, etc.

Para Webster trabajaron al menos tres taxidermistas, James T Clark (4) que lo hizo entre 1889 y 1890; el veterano George E. Browne (5) que lo hizo durante al menos quince años; y Walter Reaves Zappey (6) que permaneció en la empresa durante al menos nueve años; los dos últimos además ornitólogos aficionados. Webster vendió asimismo preparaciones de otros taxidermistas: de John William Critchley de Nueva York; de Carl A. Garris de Portland; de George Nelson, que sería taxidermista jefe del Museo de la Universidad de Harvard; de John Graham Bell de Tappan, Nueva York; y de Walter R. Lappey.

Frank Blake Webster  falleció el 6 de noviembre de 1922 en Hyde Park. El naturalista Edward Alexander  Preble, empleado del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos, en el obituario que publicó en Journal of Mammalogy en agosto de 1923, además de aportar algunos datos biográficos de nuestro protagonista nos acercaba a la persona:
   "Aunque conocido principalmente como comerciante, el señor Webster mantuvo profundo interés en varias ramas de la Historia Natural y encontró uno de sus mayores placeres en las excursiones a campos distantes y poco habituales. Era un hombre afable, sociable y tenía muchos amigos. Algunos de los recuerdos más agradables de mi niñez se refieren a visitas a su establecimiento, donde a veces le ayudaba a preparar huevos o pieles.
   Durante los muchos años que vivió en Pawtucket, Rhode Island, y Hyde Park, Massachusetts, sus variadas habilidades y amplios intereses le llevaron a estar estrechamente identificado con las políticas sociales, comerciales y generales de su comunidad, y desempeñó diferentes cargos. Ocupó varios puestos de confianza y durante un tiempo dirigió un semanario local."

Practical Taxidermy.

Primera página de Practical Taxidermy.
Como ya he mencionado, Webster publicó un tratado de Taxidermia mediante catorce entregas en la revista mensual
Ornithologist and Oölogist que él mismo editaba. Lo tituló Practical Taxidermy y lo insertó entre septiembre de 1885 y noviembre de 1886. En total son 15 capítulos que suman unas 26 páginas, en las que Webster incluye algunas ilustraciones propias.

Su contenido abarca la recolección de aves, las herramientas y el espacio de trabajo, los materiales, el desollado, relleno y montaje de aves, el desollado y montaje de pequeños mamíferos, de grandes mamíferos y de cabezas de trofeos de caza -en parte a partir de un manuscrito de W. L. Walsh-, la preparación de pieles de aves para estudio, la preparación de huevos, el montaje de aves partiendo de pieles secas -en parte también a partir de un manuscrito de F. W. Higgins-, la decoración de los montajes, el montaje de aves dañadas -comunicación de James Speed Jr.-, y finalmente el montaje de pieles de mamíferos como alfombras.
 
Como el autor confiesa en la introducción, no muy extensa, su propósito era dirigirse a un público principiante:
   "No es el propósito del autor de estos artículos sobre Taxidermia Práctica dirigirse a aquellos que han pasado años practicando este Arte. Él sabe que hay muchos puntos en los que mejor sería tomar el lugar de un estudiante que pretender enseñar. Quizás también el futuro experto pueda, en un porvenir no lejano, considerar sus instrucciones con sentimientos similares a los suyos cuando examinó un espécimen disecado por un abuelo cuyo proceso consistía en "cocinarlo lentamente en un horno hasta que estuviera duro y luego colocarlo en un tronco natural de pino".
   Pero hay muchos -algunos de los cuales se convertirán en expertos en el futuro- cuyas aspiraciones, formadas al contemplar de vez en cuando los especímenes en la tienda del "Taxidermista ****", se limitan por el momento a la conservación en sus armarios de los pájaros con los que se topan en sus paseos por campos y bosques. Estas páginas están dirigidas especialmente a ellos, con la esperanza de que la experiencia adquirida durante dieciocho años de trabajo práctico taxidérmico no esté exenta de lecciones y pueda ayudar a suavizar las dificultades con las que se encuentra el trabajo inexperto.
   Una pregunta que con frecuencia me hacen es: ¿Cuántos pájaros estropeaste antes de sentirte seguro de haber salvado un ejemplar? Respondo que tal vez unos cincuenta, y que me sentí satisfecho tras los primeros cien. Si me preguntas cuándo llegaré a hacerlos con perfección, deberé disculparme. Cada tentativa debe realizarse con el propósito de superar la anterior. Siendo práctico, si se es atento observador, se verán las mejoras que podría haber realizado y, al esforzarse por conseguirlas, eventualmente alcanzará una meta lo suficientemente cercana a la perfección."

 

Grabado de Practical Taxidermy con detalles del montaje de aves (7).

 
Técnicamente el manual se podría resumir diciendo que el preservativo propuesto es el conocido jabón arsenical y el preservativo en seco, éste último una mezcla a partes iguales de alumbre y arsénico pulverizados. Webster afirma que prefiere el segundo y escribe, obviando su peligro por inhalación:
   "Con un uso cuidadoso, por lo que he observado, no creo que deba temerse ningún peligro. Siempre me lavo las manos después de usarlo, ya que el veneno ocasionalmente llega a los rasguños pudiendo infectarlos. Actúa como con una astilla, en numerosas ocasiones la he raspado con la punta de un cuchillo."

 

Cuerpo artificial de viruta para avestruz, paso previo al revestido con arcilla (1).

 
Como material de relleno el autor relaciona la viruta de madera, la estopa o el yute, dependiendo del tamaño del individuo. Para el desollado completo de las aves parte de la incisión inicial, ahora común, desde la pechuga hasta el ano. Como curiosidad y a petición de cartas de lectores, dice, Webster aporta tiempos de desollado: un canario entre 5 y 10 minutos, un pájaro carpintero entre 8 y 15 minutos, una paloma entre 12 y 20 minutos, un pato o un halcón de 20 a 40 minutos, o un águila una hora. El relleno que propone es mediante la confección de un cuerpo artificial de estopa o viruta, pero sin cuello, puesto que Webster recomienda rellenar el cuello a través del pico con estopa fina.


Detalles de desollado y montaje de pequeños mamíferos (7).

 
Opcional para las aves pero imprescindible para los mamíferos, Webster aconseja dibujar un boceto y anotar las medidas del animal. Tras el desollado, el relleno para los mamíferos pequeños consiste simplemente en el atiborrado de la piel, una vez introducidos los alambres, mientras que para los de tamaño mediano el autor recomienda la confección de un cuerpo artificial. En el caso de los grandes mamíferos, propone realizar una escultura partiendo de un panel central de madera, al que se sujetan los gruesos alambres de patas y cuello, revestido de viruta envuelta en hilo consiguiendo la forma del animal, y ello revestido con una capa de arcilla, al estilo de William Temple Hornaday, en vez de con escayola de la técnica más puramente dermoplástica.
 

Estructura para el montaje de grandes mamíferos (7).


 
Polémica sobre el nivel de la Taxidermia estadounidense.
 
Por cierto, entre las entregas de Practical Taxidermy en Ornithologist and Oölogist hallamos en el mes de agosto de 1886 una cerrada defensa de los taxidermistas estadounidenses. Webster se lamentaba de que el taxidermista inglés Montagu Browne en la segunda edición de su libro Practical Taxidermy (1884), clasificaba a los preparadores alemanes como los mejores, seguidos por franceses, ingleses y finalmente los estadounidenses, añadiendo el siguiente párrafo literal de la obra de Browne (8):
   "Los americanos son los peores simplemente porque adoptan los más toscos métodos ingleses de taxidermia, junto a otros malos hábitos nuestros. Puedo afirmar que jamás vi una obra artística, ni una piel bien hecha, procedente de América, a no ser que la hiciera un alemán o un francés. Creo, sin embargo, que el elemento europeo está obrando maravillas entre ellos, y al leer el libro del señor Batty (si es que se trata de un verdadero americano) (8), quedé muy favorablemente impresionado por los signos de progreso que contiene, y no me sorprendería en absoluto si pronto nuestros amigos americanos "siguieran adelante" y rápidamente nos dejaran atrás.
   El profesor  Henry A. Ward, de Rochester, Nueva York, Estados Unidos, en un artículo bien escrito en uno de sus "Boletines" que me envió, confesaba, después de haber escrito lo anterior, la gran superioridad de los taxidermistas europeos sobre los americanos, pero dice que en los últimos años (muy pocos), sus taxidermistas nativos han mejorado mucho, debido a la importación de hábiles taxidermistas extranjeros, que gradualmente van enseñando a los trabajadores americanos.
   Poco antes apareció un entretenido artículo en el Century Magazine, y se incluyeron los mejores trabajos de los artistas taxidérmicos estadounidenses. Debo decir, sin embargo, que, a menos que el dibujante no haya copiado lo que busca un ojo educado, ninguno de los trabajos me pareció de un alto nivel, una o dos "piezas" eran, de hecho, decididamente susceptibles de mejora. Posiblemente esa mejora ya se haya producido."

Webster no lo recogía en su texto de queja, pero Browne añadía: "Por el momento, sin embargo, les digo a todos los taxidermistas en ascenso que sigan el ejemplo de los alemanes; ellos son lo verdaderos artistas; y recurriendo al modelo italiano y a la pulcritud de la mano de obra francesa, el éxito estará asegurado."
 
 
Los edificios de Webster de Hyde Park junto al ferrocarril en 1905 (1).

 
Con el orgullo zaherido, la respuesta de Webster a lo manifestado por Browne fue visceral y comenzó cargando del siguiente modo:
   "Si el señor Browne hubiera sido poseedor de varios lotes de pieles que hemos tenido la desgracia de importar de su país, sustituiría el inglés por el americano. Es curioso que hayamos llegado a la misma conclusión respecto a la capacidad del taxidermista inglés para preparar lo que consideramos buenas pieles. Nosotros, sin embargo, no lo publicaríamos como un hecho para no demostrar la mínima falta de conocimiento que él tiene. Nuestra taxidermia es joven, comparativamente, pero desde hace varios años hay en el mercado pieles de primera clase preparadas por estadounidenses, y podemos proporcionar trabajadores que pueden competir con artistas extranjeros. En lo que respecta a taxidermia artística, hemos visto el artículo del Century mencionado, y si esa revista mostró mal gusto en las ilustraciones, no hizo más que de lo que el señor Browne en su versión de un halcón peregrino en vuelo, que nos parece más bien un pájaro luchando por rascarse la oreja."
Y concluía:
   "De las declaraciones que escuchamos de personas que han visto muchas de las colecciones inglesas, nos hemos formado la idea de que son notables por su inmensidad más que por su belleza y que nuestros coleccionistas americanos se compararán muy favorablemente con ellos en mano de obra. Si nos disponemos a aceptar las "confesiones" del profesor Ward, no tenemos derecho a ningún crédito, y no nos queda más que luchar pacientemente y mejorar con nuestros hábiles tutores extranjeros importados."

Vista parcial del interior del Museo de Webster en Hyde Park en 1905 (1).

 
Debo aquí recordar que el taxidermista Henry Augustus Ward poseía un negocio de venta de especímenes de Historia Natural análogo, aunque notablemente mayor, al de su competidor Webster, y que para poner en marcha su taller de Taxidermia efectivamente contrató a taxidermistas europeos que enseñaron el oficio a numerosos colegas estadounidenses que tiempo después despuntarían y alcanzarían reconocimiento como taxidermistas de museo en numerosas instituciones de aquel país. Entre ellos el mencionado William Temple Hornaday, del Museo Smithsonian, un personaje no falto tampoco de soberbia que terció en el siguiente número de septiembre de Ornithologist and Oölogist:
   "Las observaciones del señor Montagu Browne sobre la taxidermia norteamericana no deberían suscitar la menor sorpresa en esta orilla, y realmente es una lástima que, al fijarnos en ellos, publicitemos a un hombre mediocre y un manual del montón. Desde hace tiempo nos hemos acostumbrado a oír de los ingleses criticar y despreciar sistemáticamente todo lo americano, por lo que naturalmente esperamos adopten la misma opinión sobre nuestra taxidermia.
   Al dar una opinión sobre la taxidermia americana, basada en pieles de aves e ilustraciones de revistas, Browne demuestra que está escribiendo sobre un tema del que no sabe nada en absoluto, una forma eminentemente inglesa de tratar los temas americanos. Es solamente su desgracia y no nuestra culpa que no haya estado aquí y haya visto algunas de nuestras mejores producciones.
   Hasta que los ingleses puedan formar una Sociedad Nacional de Taxidermistas perfectamente armoniosa y eminentemente exitosa con más de un centenar de miembros activos, puedan celebrar tres exposiciones competitivas y publicar tres informes anuales como los nuestros (10), como jamás se ha hecho en otro país, y probablemente nunca se hará, podemos darnos el lujo de dejar que extranjeros celosos digan de nosotros lo que quieran. Hasta que puedan superar nuestro mejor trabajo, o producir un trabajo propio que nosotros no podamos superar, pueden clasificarnos donde quieran. Poco después de la primera Exposición de Taxidermistas Americanos, envié cartas e impresos a otros taxidermistas destacados de Inglaterra, invitándolos a unirse a nosotros en una exposición internacional. Ninguna de mis cartas obtuvo respuesta. Desde hace años, el mayor deseo de muchos taxidermistas americanos que conozco es tener la oportunidad de  encontrarse con todos sus rivales extranjeros, especialmente franceses, alemanes e ingleses, en una exposición competitiva. Cuando llegue esa oportunidad, que en algún momento llegará, el mundo verá quienes son los "peores" y quienes han adoptado los "métodos ingleses más rudos".
   Las referencias a las ilustraciones de Century me impulsa a relatar un hecho relacionado con ellas. Cuando se estaba recopilando el material ilustrativo para ese miserable artículo, "The Taxidermical (sic) Art", a petición del editor, el artista escribió a varios taxidermistas muy conocidos de Londres, solicitándoles fotografías de algunos de sus mejores trabajos para ilustrar el artículo. Algunas fotografías fueron mandadas con prontitud, pero, ¡ay, las espectativas humanas! El señor Beard (11) me informó que "el trabajo que representaban era tan pobre que el editor del Century decidió no utilizar ninguna". Lo cual es triste.
   Es cierto: llegó el tiempo en que era necesario confesar la gran superioridad de los taxidermistas europeos sobre los americanos. Pero de aquello hace años, cuando se fundó la institución del profesor Ward. En aquella época se importaban "hábiles artistas extranjeros", pero ninguno de ellos procedía de Inglaterra. La educación de los taxidermistas estadounidenses por parte de extranjeros es completamente cosa del pasado. Incluso en casa del señor Ward no hay en la actualidad ningún taxidermista extranjero, ni lo ha habido desde hace aproximadamente un año; aunque al principio reinaron supremamente hombres de Francia y Alemania. Como los ingleses que nos precedieron, hemos aprendido nuestros primeros pasos de fuentes francesas y alemanas, pero hemos podido mejorarlos, e ir más allá que ellos, de una manera que nuestros laboriosos primos ingleses nunca han hecho ni harán."
 
Señores Webster y Hornaday, ¡no era para tomárselo así! En esta polémica todos tenían razón. La Taxidermia estadounidense, debido sobre todo a que los incipientes museos estaban comenzando a desarrollarse y compraban los especímenes que exponían -puesto que carecían de taxidermistas en sus plantillas-, se encontraba ciertamente algo descolgada. Los taxidermistas alemanes y franceses de museo eran los aventajados desde hacía más de un siglo, y los ingleses se encontraban a la par con los estadounidenses, aunque por delante en Taxidermia de aves y confección de pequeños dioramas. Justo en aquella época las cosas estaban cambiando. El Ward's Natural Science Establishment se había convertido en un sido un semillero de taxidermistas que surtiría a los museos de Historia Natural de los Estados Unidos. William Temple Hornaday fue contratado en 1882 por el Museo Nacional Smithsonian de Washington, sólo un par de años antes de que Montagu Browne publicara su libro. A partir de personajes como Hornaday, Frederic S. Webster, John Rowley, Carl Akeley y Louis Jonas, la competitiva Taxidermia estadounidense avanzó muy rápidamente y ciertamente se situó pronto a la vanguardia mundial, posición que mantiene.


Notas:
(1)  Ilustración y fotografías pertenecientes a Results in Taxidermy (1905) del propio Webster.
(2) Anuncio publicado en Random Notes of Natural History, volumen 1, nº 12, diciembre de 1884.
(3) Anuncio publicado en American Osprey, volumen 1, nº 11, noviembre de 1890.
(4) Natural de Dedham, Massachusetts, Clark después de trabajar para Webster ocupó el cargo de taxidermista jefe del Museo universitario de Harvard.
(5) George E. Browne, natural asimismo de Dedham, falleció el 15 de enero de 1908 a la edad de 63 años, según leemos en The Taxidermist en el número 3 de mayo de aquel año. En 1905 Browne acumulaba 44 años de experiencia como taxidermista según Results in Taxidermy.
(6)  Nacido el 6 de mayo de 1878 en el barrio de Roxbury, Boston, Zappey aprendió Taxidermia trabajando para Webster. En 1902 por cuenta de Webster realizó una primera expedición a la Isla de Pinos, actual Isla Juventud, para recolectar especímenes destinados a la colección de Rothschild. En 1903 regresó a Isla de Pinos engrosando la Expedición Outram Bangs. De diciembre de 1906 a mayo de 1909 participó en la Expedición Arnold Arboretum al oeste de China. Entre diciembre de 1909 y marzo de 1910 realizó una cuarta expedición al África Oriental Británica financiada por Childs Frick. Por cuenta de los mecenas preparó para el museo universitario los especímenes recolectados en sus tres últimas expediciones. A partir de 1910 ingresó en la plantilla del Museo como preparador, empleo que conservó hasta su fallecimiento el 20 de febrero de 1914. Perteneció a la Asociación Americana de Ornitólogos.
(7) Ilustraciones de Practical Taxidermy a partir de dibujos del propio Webster. 
(8) Véase en la página 252 de Practical Taxidermy de Montagu Browne.
(10) Hornaday fue uno de los cofundadores en 1880 de la Society of American Taxidermists, que celebró reuniones y exposiciones en los años 1880, 1881 y 1883, y que publicó tres Informes Anuales. No tuvo continuidad.
(11) James Carter Beard, autor de los dibujos reproducidos en el artículo de Century Magazine.
 
 
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Taxidermidades, 2024.
 
 
Bibliografía:
---  Report of the President and the Treasurer of Harvard College 1913-14 , Harvard University, Cambridge 1915.
Joseph H. Batty   Practical Taxidermy and Home Decoration, Orange Judd Co., Nueva York, 1880.
Montagu Browne   Practical Taxidermy, L. Upcott Gill, Londres, 1884.
Franklin H. North   The Taxidermical Art , en The Century Illustrated Monthly Magazine, vol. XV, F. Warne, Nueva York, 1882.
Edward Alexander Preble  Death of Frank Blake Webster , en Journal of Mammalogy , vol. 4, nº 3, agosto de 1923. 
Frank Blake Webster  League of Massachusetts Ornithologists , en Ornithologist and Oölogist, vol, 14, nº 7, Boston, 1889.
 
Recursos:
Artículo El jabón arsenical de Bécoeur en Taxidermidades.
Artículo La historia de Jonas Brothers Taxidermy en Taxidermidades.